El Gobierno nacional implementó nuevamente aranceles para la importación de computadoras portátiles y tablets. Tras casi 6 años sin verse alcanzadas por este tipo de gravamen, durante el pasado martes 14 de marzo se reintrodujo el impuesto con alícuotas del 8% y 16%, de acuerdo al caso.

La medida no resulta aislada, y se da en consonancia con el incremento de las barreras al comercio impuestas a nivel local en los últimos años. Esto deriva en mayores costos afrontados por toda la población en su conjunto, atenta contra la inserción en el resto del mundo del sector productivo y, por consiguiente, disminuye la generación de divisas.

Sin embargo, la medida también tiene impacto en los precios, lo que terminará agravando la situación al ya encontrarse la inflación anual en 3 dígitos, la cifra más elevada de los últimos 30 años.

El impacto en precios: más inflación

En 2017, el gobierno nacional eliminó los aranceles a la importación de estos mismos productos, que en su momento contaban con una alícuota del 35%. Como resultado, de acuerdo a los datos provistos por el Ministerio de Producción de la Nación, los precios de las computadoras disminuyeron en torno al 35% tras el anuncio de la medida.

Más allá de esta experiencia, no resulta sorpresivo que la reintroducción de los aranceles para la importación de notebooks y tablets tenga un impacto negativo en el bolsillo de los consumidores. 

Para contrastar esta intuición, el Gráfico 1 analiza lo ocurrido con los precios de los 10 modelos de notebooks más vendidos en Mercado Libre en las primeras 48 horas desde que fue anunciada la medida.

Todos los modelos aumentaron de precio tras publicarse en el Boletín Oficial el regreso de los aranceles. Pese a que los aumentos de precio fueron de diferente magnitud, en promedio alcanzaron un 37,5%, con incluso máximos de casi 80% en tan solo dos día

 

El impacto en el sector externo: menos generación de divisas

Hoy, Argentina es uno de los países más aislados, con menor penetración en las cadenas globales de valor, y con menos exportaciones de origen local en el mundo. Esta realidad surge del exagerado sesgo proteccionista de la política comercial actual.

Nuestro país se destaca entre los de mayores barreras arancelarias. En la comparación global, Argentina se ubica en la posición 14° del ranking de las alícuotas impositivas más elevadas vigentes sobre las importaciones.

A modo de resumen, el Gráfico 2 compara el nivel de aranceles promedio en 2021 – último dato disponible – para aquellos países sobre los cuales el FMI, la OCDE y la OMC reportan información.

 

Una de las consecuencias directas de implementar este tipo de medidas es que se restringe la inserción del sector productivo local en las cadenas globales de valor. En este sentido, Argentina es uno de los países donde las exportaciones cuentan con menor contenido importado, como se observa en el Gráfico 3.

Pese a que una lectura rápida de este dato podría malinterpretarse como un “éxito” de la política de sustitución de importaciones y un ahorro neto de divisas, los datos muestran que la realidad es la opuesta y dista de ser la deseada.

En la práctica, aranceles elevados implican mayores costos para la adquisición de productos provenientes de otros países. Como resultado directo, las importaciones se ven reducidas, lo que conlleva numerosas consecuencias negativas.

Entre ellas se destaca que, al no poder acceder a recursos más económicos, que permiten incrementar la eficiencia y/o la adopción de tecnologías, el sector privado pierde competitividad frente al resto del mundo.

Así, se ve limitado su crecimiento y desarrollo, mientras se hace más dificultoso colocar la producción a nivel internacional, lo que retroalimenta los efectos negativos de la medida inicial y aísla aún más al país del mundo globalizado.

 

Entre otras causas, esto explica por qué Argentina se convirtió en términos relativos como uno de los países con peor desempeño comercial. El valor agregado a nivel local de las de las exportaciones, más representativo de lo generado por las ventas realizadas al resto del mundo, solo explica un 12,8% del Producto Bruto Interno (PBI).

En la región, Chile prácticamente duplica este ratio (24,7%). En países como Singapur, Luxemburgo o Irlanda el valor agregado a nivel local de sus exportaciones explica más del 60% de su producto, como muestra el Gráfico 4.

Como conclusión, una medida que inicialmente aparenta disminuir la demanda de divisas (al caer las importaciones) termina teniendo el efecto contrario, ya que el país pierde más oportunidades de generarlas al reducirse el volumen de exportaciones y su valor agregado local.

Esto resulta preocupante dado el contexto actual, donde escasean las reservas internacionales del Banco Central, y mientras el desempeño comercial y productivo reflejan la pérdida de competitividad ocurrida en los últimos años.

 

El incremento de los aranceles y otras barreras al comercio conforman un error de la política comercial y económica dado el contexto socioeconómico en el que se encuentra nuestro país.

Como resultado, el incrementado costo de los bienes importados golpea aún más el poder adquisitivo de la población y las empresas por igual. Así, se disminuirá la adopción de tecnología clave para el incremento de la productividad de la mano de obra y los sectores productivos.

Finalmente, la pérdida de competitividad derivada llevará a que se resienta la generación de divisas, variable en la que nuestro país ya se encuentra en una situación crítica.