Un equipo de investigación relevó 5.400 muestras en todo el país. La Estepa Patagónica, la Pampa y el Chaco Seco son las que contienen las mayores reservas

Un equipo de investigación compuesto por el INTA, la Secretaría de AgriculturaAapresid y CREA  presentaron un mapa actualizado sobre la reserva de carbono orgánico que poseen los suelos argentinos en los primeros 30 centímetros de profundidad. El mapa se encuentra disponible en una plataforma online, de acceso libre y es gratuito.

A partir del trabajo, se pudo estimar que los suelos argentinos almacenan 13.300 millones de toneladas de carbono orgánico en los primeros 30 centímetros de profundidad.

Esto representa aproximadamente el 2 % de la reserva mundial de carbono orgánico estimada por la FAO”, confirmó Juan Gaitán, de INTA. A nivel global, existe un interés creciente por estimar y mapear las reservas de carbono orgánico disponibles en el suelo. 

COMO SE ARTICULÓ EL PROYECTO

Un equipo de investigadores recopiló información de alrededor de 5.400 muestras de suelo, hasta una profundidad de 30 centímetros. Las mismas fueron recolectadas en todo el país y procesadas por diferentes proyectos de investigación, entre 2015 y 2022.

Para la elaboración del mapa, utilizaron técnicas de cartografía digital de suelos para estudiar la relación entre los datos medidos en 5.400 sitios y 40 variables climáticas, topográficas, edáficas y de la vegetación. De este modo, se generó un modelo de predicción, que permite estimar la reserva de carbono en los lugares no medidos y obtener un mapa de escala nacional.

De las 16 ecorregiones del país, la Estepa Patagónica, la Pampa y el Chaco Seco son las que contienen las mayores reservas. En total, estas tres ecorregiones representan aproximadamente el 55% del total nacional.

Mientras que los campos y malezales, Esteros del Iberá e Islas del Atlántico Sur son las ecorregiones con menor disponibilidad, con 1,1 % del total.

Por unidad de superficie, la ecorregión Bosque Patagónicos es la de mayor contenido con 130 toneladas por hectárea; mientras que el monte de Llanuras y mesetas es la de menor contenido con 32,5 toneladas por hectárea.

“De acuerdo con los principales tipos de suelo, el almacenamiento por unidad de superficie fue mayor en los suelos de Orden Histosoles, con 108 toneladas por hectárea. Mientras que los suelos Entisoles y Aridisoles son los que almacenan menos COS con 38 y 41 toneladas por hectárea, respectivamente”, detalló Gaitán.

UN TRABAJO EN EQUIPO

“La coordinación interinstitucional fue clave para lograr este trabajo”, señaló Agustín Perez Andrich, director nacional de Agricultura en la cartera agropecuaria nacional. El funcionario destacó que la labor de muestreo de suelos realizada por los delegados de las diferentes provincias, quienes contribuyeron a la elaboración del mapa de almacenamiento de carbono.

“La implementación de buenas prácticas de manejo de los cultivos extensivos en los suelos pampeanos puede maximizar la capacidad de estos suelos para secuestrar carbono, lo que representa una estrategia importante para su conservación, como así también de mitigación del cambio climático”, agregó. 

Carolina Sasal, coordinadora del Programa Nacional de Recursos Naturales del INTA, puntualizó que resulta fundamental sostener redes de sitios de monitoreo permanentes y a largo plazo que permitan la actualización periódica del mapa.

“Los muestreos y análisis de suelos que dan origen a este mapa surgen del esfuerzo conjunto entre instituciones del ámbito público y privado, fortaleciendo vínculos y abriendo paso a nuevas líneas de investigación y desarrollo para Argentina y con relevancia a nivel global”, concluyó.

A partir de una salida anticipada de la hacienda por efectos de la seca, los feedlots elevaron sus niveles de encierre. En paralelo, se percibe una mejora en sus números de rentabilidad en los dos últimos meses, de acuerdo a un trabajo elaborado por Juan Manuel Garzón, de la Fundación Ieral. 

Como base, el análisis midió la cantidad de maíz que se puede comprar con la venta de un novillito,, una vez descontado el costo de la invernada. En enero de 2023, la ecuación arrojaba unos 1.443 kilos de maíz, un poder de compra que era un 40% menor al promedio de los últimos 13 años.

Por su parte, entre febrero y comienzos de abril, la venta de un novillito permitió comprar 2.165 kilos de maíz. Este volumen fue un 50% superior en comparación al primer mes del año.

“La situación mejoró considerablemente, pero debe advertirse que queda una brecha todavía del 10% respecto al poder de compra promedio del período 2010/2022, la brecha que era del 40% se redujo al 10%”, explicó Garzón. 

En este caso, consideró que la mejora se explica más por el cambio de precios relativos de categoría de animales, que por el mayor poder de compra de la hacienda en términos de maíz.  

 

SUBA EN EL PRECIO DE LA HACIENDA

Por su parte, con la suba de precios de hacienda de febrero y marzo y cierta estabilización en el precio del maíz, el poder de compra de la hacienda en términos del cereal mostró una mejoría. 

En enero, se compraban 7,4 kilos del cereal por cada kilo de novillito vendido, relación que pasó a ser de 9,3 en el mes de marzo, un 26% más. “Esta suba también ha contribuido a la mejora de la situación económica del engordador”, sostuvo. 

Más allá de este panorama, advirtió que el nivel actual de este indicador está todavía bastante por debajo de su media reciente, unos 12,3 kilos de promedio en el período 2010-2022.  “Y mucho más lejos aún de los que fuesen sus mejores años, 14,9 kilos en 2014 y 19,4 kilos en 2015”, agregó. 

Para que este efecto favorable se extienda, Garzón remarcó que será fundamental que los precios de la hacienda, en particular de sus categorías de mayor edad y kilaje, se mantengan firmes a futuro. “Para que esta condición se cumpla, es clave la evolución que muestre la demanda, tanto interna como externa”, sostuvo.

Y agregó: “Un riesgo macroeconómico muy latente con potencial de daño sobre la actividad del engorde y la ganadería en general es un salto en el tipo de cambio oficial, que incremente los costos de producción, en particular los de sanidad y alimentación”.