La Red de Brechas de Carbono de Aapresid se unió a INTA para conocer los niveles actuales de carbono orgánico de los suelos agrícolas. El norte: la búsqueda de manejos que maximicen la captura para posicionar al Agro nacional como aliado en la lucha contra el cambio climático.

Los sistemas agropecuarios son responsables de más del 20% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero (GEI) globales. En la otra vereda, los suelos son el reservorio de carbono terrestre más grande del planeta. Ese carbono se alberga bajo la forma de carbono orgánico del suelo (COS), y no solo mejora la fertilidad de los mismos, sino que tiene un gran potencial para mitigar el cambio climático. 

Según la iniciativa de la UE 4×1000: “aumentos anuales del 0.4% en el stock de C superficial de los suelos permitiría casi compensar el incremento anual de CO2 en la atmósfera”.

Pero: ¿cuánto carbono puede albergar un suelo agrícola?¿ de qué factores depende?¿Qué prácticas ayudarían a mejorar este secuestro de carbono?¿Qué potencialidades ofrece al sector el hecho de mejorar los niveles de captura?

Estas son algunas de las preguntas que pretende responder el proyecto Red de Brechas de Carbono de Aapresid. Su objetivo es conocer las brechas entre los niveles actuales, alcanzables y potenciales de COS en distintas zonas de Argentina, e identificar prácticas que ayuden a los productores cerrarlas.

Conociendo el potencial de secuestro de C de los suelos argentinos

Lo primero a entender es que el COS del suelo tiene distintos niveles, que a su vez dependen de diversos factores. El ‘potencial de COS’ es el nivel máximo de COS que puede almacenar un suelo determinado. Este valor está dado por el tipo de suelo, arcilla, textura, profundidad y es invariable. En otras palabras: mide la capacidad del tanque y viene de fábrica. 

El nivel de COS alcanzable, es justamente ese valor de captura que es factible de lograrse con la implementación de ciertas prácticas agrícolas: rotaciones, nutrición balanceada, siembra directa, manejo de residuos de cosecha, manejo integrado de plagas, control de la erosión, etc. Este nivel también tiene un “techo”, que en este caso está condicionado por el clima reinante donde se ubica el suelo: radiación, temperatura, agua, etc. 

Por último, el nivel actual de COS es el valor real que hoy tiene un suelo, según el ambiente donde se encuentra y la historia de manejo. 

¿Dónde estamos parados y hacia dónde vamos?

“Hoy el proyecto logró su primer gran objetivo: generar un mapa para conocer justamente esos niveles actuales de COS en Argentina. Es decir, saber cual es la situación de partida”, explica la Ing. Agr. Florencia Accame, Coordinadora de la Red.

“El rol de INTA es muy importante ya que contribuyó con muchos sitios de medición, lo que hoy nos permite llegar a 5377 puntos a nivel nacional y dar robustez a los resultados”, explica Accame.  El mapeo muestra que, “en la gran mayoría de los sitios, los valores actuales se encuentran por debajo de los alcanzables”.

Figura: Mapa de INTA de COS actual (t/ha, 0-30 cm) en Argentina.
Este mapa es el fruto de un trabajo colaborativo entre INTA, Aapresid y CREA. 

Con la mirada hacia el futuro

Este mapa es el primer mojón de un ambicioso proyecto. “Hoy sabemos donde estamos parados en cuanto a stock de carbono. A lo largo de 2023 la Red de Brechas de C de Aapresid se propone conocer los otros dos niveles de COS: el alcanzable y el potencial, a partir de la superposición de capas de información georeferenciada y modelos de simulación”. 

“Luego de definir las brechas entre lo real y alcanzable, el gran objetivo es identificar, dentro del universo de productores relevados por la Red, cuales son los manejos que permiten acercarse a ese potencial.  Identificarlos, es clave para ayudar a otros productores a cerrar sus brechas de carbono”, concluye Accame.

Imagen: algunas de las capas de información georeferenciada (izq a der.: precipitaciones, tipo y uso de suelos) que la Red de Brechas de C de Aapresid utilizará para calcular los distintos niveles y brechas de COS.

A partir de una salida anticipada de la hacienda por efectos de la seca, los feedlots elevaron sus niveles de encierre. En paralelo, se percibe una mejora en sus números de rentabilidad en los dos últimos meses, de acuerdo a un trabajo elaborado por Juan Manuel Garzón, de la Fundación Ieral. 

Como base, el análisis midió la cantidad de maíz que se puede comprar con la venta de un novillito,, una vez descontado el costo de la invernada. En enero de 2023, la ecuación arrojaba unos 1.443 kilos de maíz, un poder de compra que era un 40% menor al promedio de los últimos 13 años.

Por su parte, entre febrero y comienzos de abril, la venta de un novillito permitió comprar 2.165 kilos de maíz. Este volumen fue un 50% superior en comparación al primer mes del año.

“La situación mejoró considerablemente, pero debe advertirse que queda una brecha todavía del 10% respecto al poder de compra promedio del período 2010/2022, la brecha que era del 40% se redujo al 10%”, explicó Garzón. 

En este caso, consideró que la mejora se explica más por el cambio de precios relativos de categoría de animales, que por el mayor poder de compra de la hacienda en términos de maíz.  

 

SUBA EN EL PRECIO DE LA HACIENDA

Por su parte, con la suba de precios de hacienda de febrero y marzo y cierta estabilización en el precio del maíz, el poder de compra de la hacienda en términos del cereal mostró una mejoría. 

En enero, se compraban 7,4 kilos del cereal por cada kilo de novillito vendido, relación que pasó a ser de 9,3 en el mes de marzo, un 26% más. “Esta suba también ha contribuido a la mejora de la situación económica del engordador”, sostuvo. 

Más allá de este panorama, advirtió que el nivel actual de este indicador está todavía bastante por debajo de su media reciente, unos 12,3 kilos de promedio en el período 2010-2022.  “Y mucho más lejos aún de los que fuesen sus mejores años, 14,9 kilos en 2014 y 19,4 kilos en 2015”, agregó. 

Para que este efecto favorable se extienda, Garzón remarcó que será fundamental que los precios de la hacienda, en particular de sus categorías de mayor edad y kilaje, se mantengan firmes a futuro. “Para que esta condición se cumpla, es clave la evolución que muestre la demanda, tanto interna como externa”, sostuvo.

Y agregó: “Un riesgo macroeconómico muy latente con potencial de daño sobre la actividad del engorde y la ganadería en general es un salto en el tipo de cambio oficial, que incremente los costos de producción, en particular los de sanidad y alimentación”.