Las lluvias le pusieron un piso alto a la soja: la producción llegaría a las 50 millones de toneladas

Las lluvias le pusieron un piso alto a la soja: la producción llegaría a las 50 millones de toneladas

Por si parte, las estimaciones de producción de maíz se mantienen en 57 millones, aunque la situación podría conducir a un nuevo ajuste en las proyecciones

En un reciente informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), se destacan las consecuencias favorables de las lluvias de febrero para la soja, que han logrado establecer una base  para la oleaginosa, permitiendo una revisión al alza de las estimaciones de producción hasta alcanzar los 50 millones de toneladas (Mt) para la campaña 2023/24. Este ajuste representa un incremento de 500.000 toneladas respecto a lo estimado anteriormente.

Las precipitaciones, que comenzaron a registrarse con mayor intensidad después del 7 de febrero, han beneficiado especialmente a regiones como Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires y La Pampa, superando las medias mensuales de precipitación. Estas condiciones han favorecido tanto a las sojas de primera, mejorando los rindes y las condiciones de llenado, como a las sojas de segunda, aunque en este último caso, la recuperación productiva es más limitada debido al impacto previo de condiciones adversas.

El informe señala que, a pesar de las mejoras, existían zonas que quedaron al margen de estas condiciones favorables, lo cual limitó la posibilidad de alcanzar una supercosecha estimada en 55 Mt. Sin embargo, la producción proyectada de 50 Mt supone un importante repunte respecto al ciclo anterior, marcado como uno de los peores en la historia moderna de la agricultura argentina, con una producción significativamente menor.

El análisis regional muestra una variación en los rindes. Santa Fe y Córdoba se destacan por las mejoras registradas. En Santa Fe, el rinde promedio se sitúa en 36,7 qq/ha, superando ampliamente los 13,2 qq/ha del año pasado. Córdoba sigue con un incremento de 0,9 qq/ha, alcanzando un promedio de 32,2 qq/ha. Por su parte, Buenos Aires experimentó un leve ajuste a la baja, mientras que Entre Ríos enfrenta una caída significativa debido al bajo rendimiento de la soja de segunda.

En paralelo, el maíz enfrenta desafíos considerables debido a un inusitado ataque de spiroplasma, una enfermedad transmitida por la chicharrita y típicamente asociada al norte del país, que se ha extendido a Córdoba y Santa Fe, causando preocupación por los posibles impactos en los rindes de los maíces tardíos. A pesar de esto, las estimaciones de producción de maíz se mantienen en 57 Mt, aunque la situación podría conducir a un nuevo ajuste en las proyecciones.

Con cascarilla de soja, logran mejorar el consumo y estado sanitario de las vacas en transición

Con cascarilla de soja, logran mejorar el consumo y estado sanitario de las vacas en transición

Se ajustó la alimentación en pre y posparto, momento en que los animales necesitan mucha energía. Reemplazaron el maíz por cascarilla de soja y mejoraron el consumo de alimento y el estado sanitario de las madres sin afectar la producción.

 

Veinte días antes y después de parir, las vacas en el tambo enfrentan un desafío: la producción de leche les exige tanta energía que no les alcanza la que obtienen de la alimentación. En ese ‘período de transición’ queman grasas de reserva, pierden peso y son susceptibles a presentar problemas de salud.

Un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) optimizó la dieta de las vacas lecheras reemplazando el maíz por cascarilla de soja. Las vacas consumieron más alimento y mantuvieron un buen estado sanitario. Destacan la importancia de incorporar manejos orientados al bienestar animal.

“El período de transición abarca cerca de 20 días antes y después de que la vaca pare. En ese momento, el animal demanda mucha energía para producir leche, y como el alimento no le alcanza, utiliza reservas de energía de grasa que tiene bajo la piel. Si el desbalance energético es grande, puede afectar mucho su salud”, explicó Nicolás Juliano, docente de Producción Lechera de la Facultad.

Según publica la plataforma de divulgación científica SLT de la FAUBA, la investigación de Juliano para tu tesis doctoral se enfocó en el período de transición y en cómo reducir el problema de la energía. ¿Cómo lo hizo? Optimizando la dieta de las vacas. La estrategia fue bajar el contenido de maíz y reemplazarlo con cascarilla de soja, un alimento que hace que los animales se sacien más lentamente. “Así, deberían pasar más tiempo comiendo”, puntualizó.

Las vacas comen más
Los experimentos de Nicolás Juliano se realizaron en un tambo comercial ubicado en Suipacha, provincia de Buenos Aires. Allí, durante el período de transición, comparó en 24 vacas la dieta a base de cascarilla de soja vs. la usual con maíz. Las principales variables que midió fueron metabólicas —para estimar el balance energético— y el consumo de alimento diario.

La cascarilla de soja es un forraje de gran calidad nutritiva para engordar vacas lecheras ya que aporta tanto fibra digestible como proteína. En su experimento, Juliano comparó una dieta a base de este alimento con otra basada en maíz

“Tal como esperábamos, el resultado más importante fue que las vacas que consumieron cascarilla de soja ingirieron casi 2,5 kg más alimento por día. Eso también lo vimos reflejado en un desbalance energético menos severo y de menor duración. Entonces, prevemos que los animales pueden pasar un período de transición más saludable”, señaló el docente.

Y agregó que “además, a lo largo del estudio medimos la cantidad de leche que producían vacas con ambas dietas, y no detectamos diferencias. Por otra parte, tampoco surgieron enfermedades, y los controles de salud hepática fueron satisfactorios”.

El foco en la salud
Según Juliano, el enfoque en la salud durante el período de transición puede tener beneficios a largo plazo en la producción lechera. “Apostar por una dieta saludable para los animales se puede traducir en una mayor eficiencia productiva y probablemente en menores costos asociados a los tratamientos sanitarios o por la producción de leche no comercializable”.

“Sabemos que la estrategia que estudiamos ya se está implementando en algunos tambos comerciales. En general, se observa que los animales transitan este periodo en mejor estado y sin la potencialidad de riesgos más adelante en la lactancia”, afirmó.

“Nuestros resultados subrayan la importancia de adoptar enfoques preventivos que no solo impacten de forma positiva en el bienestar de las vacas lecheras, sino que también promuevan la sostenibilidad y la rentabilidad en la industria láctea”, concluyó Juliano.