El maíz, un potente motor para el desarrollo del interior, que sin trabas puede generar mucho más

El maíz, un potente motor para el desarrollo del interior, que sin trabas puede generar mucho más

El maíz como vector de la economía nacional y del desarrollo del interior fue el eje del panel moderado por Raúl Dente, gerente general de la Federación de Acopiadores de Granos, e integrado por Ramiro Costa, subdirector Ejecutivo de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires; Emilce Terré, jefa del Departamento de Información y Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario, y Gonzalo Agusto, economista jefe de la Bolsa de Cereales de Córdoba.  

 

El desempeño alcanzado por la cadena del maíz en los últimos diez años no tiene parangón, y el año pasado fue el cuarto complejo exportador del país, pese a la sequía. A partir de este protagonismo, Raúl Dente valorizó la importancia institucional de las Bolsas de Cereales, y destacó la relevancia de las cámaras arbitrales, que a través de expertos permiten evaluar las controversias que se producen en el comercio y resolverlas en menos de tres meses, y del mercado de futuro Matba Rofex, “que permite diseñar una estrategia de comercialización con muchos fundamentos, no solo a nivel del precio de los granos, sino también con respecto al tipo de cambio”. 

Sobre el comportamiento de los precios a futuro, Dente dijo que el mercado cambiario no está previendo un salto devaluatorio para los próximos meses. “El valor a septiembre ajusta 4% por encima de la pauta devaluatoria del dólar oficial, que es de 2% mensual”, observó. Así, el precio actual del maíz es mejor que el que se espera para los próximos meses, y recién para diciembre las pizarras a futuro marcan una recuperación, dijo. 

Para Ramiro Costa, el crecimiento en área sembrada y en producción del maíz en los últimos 10 años es resultado de la interacción de una cadena que logró competitividad, a nivel doméstico, y también a nivel mundial. “En 20 años, el área nacional con maíz creció 175%. Y en materia de producción, venimos de dos campañas malas por el clima y la chicharrita, pero con un piso de 50 millones de toneladas que se puede mejorar”, destacó. Para la campaña 2023/2024, las ventas al exterior de maíz serían de USD 5.800 millones, apenas 1% más que lo registrado en la campaña anterior, dominada por la sequía.

“En la campaña anterior, si bien la producción cayó por efecto del clima, los precios fueron mejores”, agregó Emilce Terré. En ese contexto, el producto bruto del maíz para la actual campaña será de USD 16.000 millones, un muy buen indicador, según dimensionó Costa.

“El secreto del maíz está en la inversión. El agro invirtió USD 16.000 millones en 2023/2024 en insumos y servicios; el 35% lo aporta el maíz, que solo es el 20% de la superficie”, sostuvo Costa. Por otra parte, el maíz explica el 10% de las exportaciones totales. “Llega a 93 destinos, es el producto más diversificado. Cuatro años atrás, llegó a 120 países”, agregó. Además, la cadena del maíz tiene un impacto ambiental favorable. Según un relevamiento de tecnología agrícola aplicada que llevó a cabo la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, en términos de rotación, el maíz explica el 22%, y constituye el 46% de las gramíneas implantadas. El 90% de la superficie se hace bajo siembra directa, y el 30% se realiza con muestreo de suelos, y 40% de los productores tiene un nivel tecnológico alto.

Sin embargo, Costa destacó que “hace 5 años que el maíz no salta en área y producción, y se sigue atrasando en tecnología”. Para él, los mayores esfuerzos para que el maíz pueda crecer 45% en los próximos 10 años se deben dar en un escenario de políticas públicas de estímulo. “Con las condiciones actuales se podría crecer 30% en 10 años; pero podría llegar a 45% si el escenario económico fuera menos distorsivo para el maíz”, pronóstico.

Otro de los desafíos para el maíz es mejorar su infraestructura logística. El cambio en las fechas de siembra, que hace que en la actualidad la mayor área tenga maíz tardío, modificó la estacionalidad del ingreso de los granos a los puertos del Gran Rosario. “El aumento de la producción nacional es por el maíz tardío”, dijo Emilce Terré.

En la primera década del actual siglo, el pico de ingreso de camiones con maíz a las terminales portuarias rosarinas era en marzo, por el cultivo temprano. En los últimos 10 años, con el protagonismo del maíz tardío, al pico tradicional de marzo se agregó otro en julio. “El problema es que si comparamos con la estacionalidad de los principales competidores del maíz argentino (Brasil, Estados Unidos y Ucrania), la producción compite a nivel comercial con Brasil, lo que genera una caída de precios”, señaló.

El ferrocarril, dijo, viene creciendo como modo de transporte del maíz en los últimos dos años. Según la economista, el año pasado el tren llevó el 20% del maíz a los puertos de Rosario, y estos se va a repetir esta campaña, con 3,5 millones de toneladas. Otros 20 millones de toneladas llegarán en camiones, y 1 millón, en barcazas.

Para este ciclo agrícola se estima que saldrán de los puertos rosarinos 23,5 millones de toneladas de maíz, lo que lo convierte en uno de los principales nodos comerciales a nivel mundial para el cereal. Si se suman los embarques desde Quequén y Bahía Blanca, el volumen exportador llegaría a 31,5 millones de toneladas, 25% más que el año pasado. 

“Es importante mantener competitiva la hidrovía Paraná-Paraguay”, agregó Terré, y detalló algunas obras de infraestructura necesarias para facilitar la logística de cara a un mayor crecimiento en la producción maicera. En esa lista figuran la transformación en autopista de las rutas nacionales A12, 33 y 34, además de incorporar un tercer carril en la autopista Córdoba-Buenos Aires, entre Rosario y San Nicolás, y entre Rosario y la A12.

En los últimos años, la cadena del maíz se desenvolvió en Córdoba hasta convertirla en la principal productora del cereal, indicó Gonzalo Agusto. La superficie pasó de 1,5 millones de hectáreas en 2015, a 3 millones actualmente, con un marcado perfil de sustentabilidad. “En 2009/2010, por cada hectárea sembrada con maíz, había 4 de soja; en la última campaña, esa relación se redujo a 1,3 hectáreas de soja, por 1 de maíz”, comparó. 

La producción también creció: pasó de un promedio de 10 millones de toneladas hasta 2015, a los 19 millones estimados para esta campaña, aunque antes del impacto de la chicharrita se proyectaba cosechar 24 millones de toneladas, sostuvo el economista. 

Por otro lado, la provincia ha generado un modelo de desarrollo sobre la base del maíz, fundado en el agregado de valor. “En Córdoba se transforman 4,3 millones de toneladas, aproximadamente 1 de cada 4 que se producen”, dimensionó Agusto. El bioetanol representa 37% del maíz transformado, seguido por la ganadería y la lechería, indicó. 

Para el economista, el potencial del maíz sigue siendo inmenso, pero advirtió que se necesitan condiciones macroeconómicas estables, reglas claras, menor presión impositiva, mayores incentivos a la transformación y profundizar la interacción público-privada.

El INTA se une a la industria agroexportadora para potenciar el cultivo de colza

El INTA se une a la industria agroexportadora para potenciar el cultivo de colza

El INTA y CIARA-CEC firmaron un convenio para impulsar la siembra de colza en Argentina. Al igual que los casos de la camelina y la carinata, su potencial para biodiesel hace que crezca la demanda a nivel global.

 

El complejo agroexportador argentino busca potenciar las ventas del complejo sojero, que constituyen la mayor fuente de ingresos de la economía argentina, a partir de los despachos de subproductos como harina y aceite.

Pero en paralelo, a nivel global se instaló definitivamente la exigencia de sustentabilidad y en este punto, algunas de las economías más poderosas del mundo tradujeron estas exigencias en leyes.

Un claro ejemplo es la normativa de la Unión Europea, sobre deforestación: a partir de 2025, a ese bloque no ingresarán productos que provengan de zonas deforestadas. 

En el caso de Argentina, el mayor impacto será sobre las cadenas sojeras y de carne vacuna. A través de la plataforma Visec, la agroindustria local trabaja desde hace unos cuatro años, para llegar sin sorpresas a enero del próximo año. 

Esta tendencia a explorar alternativas sustentables abrió la puerta a cultivos que tienen un gran potencial para la producción de biocombustibles, como la carinata y la camelina

Se trata de producciones con una baja área implantada en relación a los cultivos tradicionales, pero con un esquema de negocios por demás rentable. 

Y en ese camino se anota también la colza, la segunda oleaginosa a nivel mundial en volumen de producción.

En nuestro país, los datos oficiales  permiten ver que en la campaña 2022/23 se sembraron 32.500 hectáreas, lejos del récord histórico de casi 90.000 hectáreas que se registró en el ciclo 2012/13. 

ACUERDO PARA POTENCIAR A LA COLZA

La cadena de valor de esta oleaginosa cuenta con una gran potencialida para crecer en Argentina. Uno de sus principales desafíos al momento de pensar en expandirse es la necesidad de profundizar el desarrollo de tecnología de insumos y procesos.

Con este fin, el INTA y la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina y el Centro de Exportadores de Cereales (CIARA-CEC) firmaron un convenio para el desarrollo de este cultivo a nivel nacional. 

En el marco de este acuerdo, se instrumentarán las siguientes actividades:

  • Ampliación de la red de ensayos del INTA. 
  • Fortalecer los programas de mejoramiento del cultivo de colza (variedades o híbridos) de los semilleros, tanto del sector privado como público. 
  • Colaborar juntamente con los actores de la cadena para la definición de estrategias de difusión y extensión sobre el cultivo de colza.
  • Desarrollar tecnologías para la obtención de materias primas y de procesos que provean eficiencia a la etapa de industrialización.
  • Difusión de las actividades desarrolladas en el marco de este convenio. 
  • Elaboración conjunta de informes económicos, comerciales y productivos 
  • Elaboración de informes técnicos para considerar al cultivo en determinadas zonas del país en su condición de bajo riesgo de cambio indirecto del uso del suelo (ILUC) para su transformación en biocombustibles

“Los cultivos bioenergéticos son el futuro de la agroindustria, hay que alimentar a todas las aeronaves y barcos del mundo con bioenergías sustentables”, remarcó Gustavo Idígoras, presidente de Ciara-CEC.

 

En este punto, el directivo consideró que “colza, carinata y camelina representan oportunidades para productores, para la nutrición de suelos, para combatir el cambio climático y para ser proveedores sustentables. Si no recorremos este camino, seremos un país dependiente de importaciones”. 

BIOCOMBUSTIBLES CON GRAN POTENCIAL

El potencial para este cultivo es por demás amplio. Como muestra, en 2022 el mercado mundial de biodiésel fue de 46,7 millones de toneladas y en los últimos diez años, su producción se duplicó.

En este contexto, el consumo de biocombustibles para aviación representará un fuerte impacto en la demanda de combustibles de origen sustentable y de materias primas acordes para su producción. 

En la actualidad, la tecnología más difundida a nivel mundial para la producción de biocombustible destinado para la aviación se genera a partir del uso de aceites vegetales.

Se genera con un proceso de hidrotratado, ligado a la producción de Diesel Renovable (HVO). Este dato no es menor y tiene como consecuencia un cambio en la demanda de aceites.

De este modo, el convenio rubricado entre el INTA y los exportadores permitirá establecer planes de extensión específicos para el desarrollo de mejora genética, difusión de prácticas de manejo más adecuadas a cada zona, desarrollo de tecnologías de laboreo, aplicación de fertilizantes y fitosanitarios, entre otros.

Cultivos de servicios: un algoritmo predice cómo hay que manejarlos para beneficiar al maíz tardío

Cultivos de servicios: un algoritmo predice cómo hay que manejarlos para beneficiar al maíz tardío

Investigadores del INTA Laboulaye y de la universidad de Villa María, junto a productores de Aapresid, presentaron un modelo que determina, por ejemplo, cuándo secar los cultivos de servicios o cuál son los mejores para sembrar antes del maíz tardío y favorecer que rinda más.

 

Los algoritmos y la inteligencia artificial llegaron al lote y en este caso, permiten calcular cuales son las mejores opciones de manejo en cultivos de servicios (CS) en planteos de maíz tardío en la región pampeana argentina.

Investigadores del INTA Laboulaye, la universidad de Villa María y productores de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) presentaron un modelo que permite simular los efectos de diferentes variables de manejo del CS en el rendimiento del cereal. 

El modelo consiste en un algoritmo capaz de simular el rendimiento del maíz, a partir de cambios en la fecha de siembra y momento de secado del cultivo de servicio. También permite explorar la probabilidad de lluvias durante el período comprendido entre el secado del CS y la siembra del cultivo de cosecha.

Según detallaron los técnicos, el modelo está basado en el concepto de “machine learning”. Se trata de algoritmos entrenados para detectar patrones en grandes conjuntos de datos, lo que permite recrear diversas situaciones productivas y tomar decisiones más informadas. 

Para su desarrollo, se incorporaron datos obtenidos de ensayos de campo de la Red de Cultivos de Servicios Aapresid-BASF. La misma abarca una amplia variedad de cultivos, condiciones climáticas, edáficas y prácticas agronómicas en numerosas localidades de la región pampeana.

CULTIVOS DE SERVICIOS Y MAÍZ TARDÍO

Después de aplicar el modelo a diversos escenarios ambientales y de manejo usual de los productores, detectaron que el rinde del maíz tardío está influido por los siguientes factores:

  • Fecha de secado del CS
  • Agua útil inicial a la siembra del CS 
  • Lluvia durante el ciclo del CS 
  • Duración y lluvia entre el periodo de secado del CS
  •  La siembra de cultivo de cosecha

“”El modelo arrojó que el retraso de la fecha de secado puede resultar en una disminución significativa del rendimiento del maíz, especialmente en años secos o sin influencia de napa freática”, señalaron. 

Y agregaron: “Contrariamente, adelantar la fecha de secado a septiembre impacta positivamente, sobre todo en años húmedos o con presencia de napa”

Por otra parte, vieron que la variable agua acumulada al inicio del CS influye notablemente sobre el rendimiento del maíz, especialmente en condiciones de recarga media a alta. 

El estudio también señaló que de acuerdo al cultivo de servicios seleccionado, el rendimiento del maíz puede sufrir pérdidas en el rinde que van desde el 80% hasta ganancias del 65%.

En el caso del centeno -puro o en mezcla con otras especies, puede generar caídas significativas en el rendimiento en comparación con la vicia pura o en mezcla.

Por último, los investigadores afirman que “el modelo predictivo desarrollado permite evaluar escenarios factibles de ocurrir en la región pampeana y cuantificar su impacto en el rendimiento de maíz, convirtiéndose en una herramienta valiosa para facilitar la toma de decisiones de productores y técnicos”.

Con fosfitos, logran manejar malezas resistentes en soja aplicando menos agroquímicos

Con fosfitos, logran manejar malezas resistentes en soja aplicando menos agroquímicos

Se trata de una forma química reducida del fosfato que está estudiando el INTA sobre soja y otros cultivos. Avances preliminares anticipan que es posible aplicar la quinta parte de agroquímicos sin comprometer el rendimiento de la oleaginosa.

 

Un equipo de investigación del INTA Balcarce trabaja en el estudio y adaptación de cultivos capaces de metabolizar fosfito, un compuesto inorgánico que podría aportar una herramienta de manejo integrado en el marco del creciente problema de malezas cada vez más resistentes que compiten con los cultivos. Una estrategia que, a la vez que aporta a la reducción de aplicación de herbicida, también contribuye a la independencia tecnológica en el desarrollo de semillas e impulsa el uso de la biotecnología para la sostenibilidad productiva y ambiental.

El fosfito (HPO3) es un compuesto inorgánico que presenta una mayor disponibilidad dado por un rango más amplio de solubilidad a diferentes pH y una menor interacción con las partículas del suelo, comparado con el fosfato (HPO4). Esto duplica su posibilidad de aprovechamiento, lo que significa una mayor eficiencia de uso de un fertilizante cuya disponibilidad es finita. 

Desde el 2020, Sergio Feingold, coordinador del programa de Biotecnología del INTA y uno de los impulsores del proyecto, trabaja en la búsqueda de alternativas biotecnológicas al control de malezas. “Este estudio surge como respuesta al manejo integrado de malezas”, señaló y explicó: “Nuestra búsqueda va a contramano de los estudios tradicionales, debido a que buscamos la manera de dotar al cultivo de una capacidad competitiva diferencial, o sea, que pueda aprovechar el fósforo aplicado bajo una forma química que la maleza no pueda y que compita mejor”.

Entre las principales limitantes al uso de fosfito como fertilizante, Feingold señaló que “no puede ser absorbido por las plantas y, además, es tóxico para ellas, no así para los seres humanos”. Por esto, el desarrollo biotecnológico de plantas capaces de metabolizar fosfito se basó en la búsqueda e identificación de un gen bacteriano que oxida el fosfito (HPO3) a fosfato (HPO4) una vez absorbido por las plantas. Así, “la incorporación de ese gen en plantas permitió la obtención de cultivos como tabaco, soja, maíz y algodón capaces de utilizar el fósforo en forma de fosfito de manera exclusiva, generando así una ventaja en el aprovechamiento de este nutriente frente a las malezas”, detalló.

Esta estrategia permitirá el control de malezas resistentes y una disminución paulatina de la aplicación de herbicidas. Asimismo, contribuirá a la sostenibilidad productiva a partir de una mayor eficiencia del uso de fósforo a nivel general, generando un aporte a la mitigación de la erosión y manteniendo la biodiversidad del sistema, ya que las malezas no son totalmente eliminadas. 

“Los resultados permiten anticipar que, en principio, es posible la utilización de esta tecnología para disminuir la aplicación de herbicidas”, señaló Feingold y detalló: “En el caso del cultivo de soja, en Balcarce, hubo una disminución de las dosis de glufosinato de 2,5 % (dosis recomendada) a 0,5 %”.

Y agregó: “Esto no afecta el desempeño del cultivo de soja y no se observan diferencias en el grado de control de las malezas bajo aplicación de fosfito foliar post-emergencia”.

Esto genera un mayor crecimiento inicial del cultivo frente a las malezas, que luego verán disminuida su capacidad competitiva por sombreo. En este escenario las malezas no son eliminadas, sino que perduran como una cubierta verde por debajo del cultivo, pero minimizando la penalidad sobre el rendimiento. Como el sistema se basa en incrementar la competencia del cultivo frente a las malezas, esta tecnología puede contribuir a estrategias de control de malezas emergentes con resistencia a los diferentes herbicidas.

Asimismo, Feingold sumó otra característica que redunda en beneficios: “La aplicación foliar del fosfito en cultivos es un conocido estimulador de la resistencia sistémica de las plantas frente a patógenos y plagas, una potencialidad no estudiada aún en las plantas transgénicas que podrá aportar a la sanidad de los cultivos y a una reducción extra en el uso de agroquímicos”.

En este sentido, el coordinador del INTA puntualizó en la importancia de cuidar y preservar la biodiversidad, tanto de malezas como de insectos y microbiomas asociados a las malezas. “Lo que hace la tecnología es permitir la coexistencia del cultivo y la maleza y complementar con otros métodos de control, tratando de mantener la biodiversidad”, indicó.

“El objetivo del proyecto es validar la eficacia de la tecnología para los cultivos de soja, maíz y algodón en las diferentes regiones productivas del país e incorporar el transgén en genotipos de alta productividad de estos cultivos, derivados de los programas de mejoramiento del INTA y en asociación con otros semilleros”, expresó Feingold.

Esta investigación fue iniciada originalmente por el Dr. Luis Herrera Estrella –pionero mundial en la introducción y expresión funcional de transgenes en plantas– y la Dra. Damar Lopez Arredondo, ambos especialistas del Departamento de Ingeniería Genética de Plantas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (CINVESTAV) de México. 

Mediante un acuerdo de investigación y transferencia, el INTA está culminando el segundo año de ensayos de campo de los cultivos de soja, maíz y algodón en cuatro zonas diferentes: soja en Balcarce, maíz en Pergamino y algodón en Sáenz Peña (Chaco) y Reconquista (Santa Fe). Todos los ensayos se realizan bajo la normativa establecida por la Secretaría de Bioeconomía con el asesoramiento de la Comisión Nacional de Biotecnología (Conabia).

Este trabajo –que cuenta con un enfoque multidisciplinario, con la participación de profesionales y técnicos de los Programas de Cereales y Oleaginosas, Cultivos industriales, Protección Vegetal, Recursos Naturales, Ecofisiología y Agroecosistemas además del Programa de Biotecnología– cuenta con el acompañamiento de INTEA SA y de la Asociación Cooperadora de la Estación Experimental Agropecuaria Balcarce del INTA.

La nutrición, aliada pero no suficiente contra spiroplasma en maíz

La nutrición, aliada pero no suficiente contra spiroplasma en maíz

Un estudio llevado adelante recientemente en el norte argentino resalta el papel de la fertilización en la capacidad del cultivo de resistir la enfermedad. Sin embargo, también destaca que son necesarias otras prácticas conjuntas para poder combatir una presión tal elevada de la plaga.

En el NEA, donde los impactos de la enfermedad fueron drásticos, productores y asesores detectaron que en algunos casos, los lotes de maíz fertilizados se defendieron mejor de la patología que aquellos en sitios sin fertilizar, de menor potencial.

Esto llevó a la Red de Nutrición de Cultivos del Norte Argentino de Aapresid (RNCNA) en colaboración con el Dr. Stahringer y la Dra. Dirchwolf (INTA Corrientes y Cátedra de Fitopatología FCA-UNNE) a liderar un ensayo para estudiar si, efectivamente, el buen estado nutricional del maíz reduce los daños por Spiroplasma.

El mismo se llevó a cabo en el campo Las Cortinas, en Santiago del Estero, de la empresa AGD, donde se evaluó la incidencia y severidad de esta enfermedad en tratamientos con distintas dosis de nitrógeno y azufre en dos ambientes de distintos potencial, determinados por la presencia de napa (Figura 1). . 

Los tratamientos incluyeron dosis de 0, 40, 80 y 120 kg de N/ha, y 120 kg N/ha + 20 kg S/ha. En todos los casos se realizaron tres aplicaciones de insecticidas para el control de la chicharrita, vector del spiroplasma.

Figura 1. Ubicacion de parcelas de evaluación en el establecimiento “Las Cortinas”, de la empresa AGD, en ambientes con napa (sitio verde a la derecha) y sin napa (sitio amarillo a la izquierda), ambos con 3 repeticiones (bloques).

Cabe destacar que ambos ambientes partían de niveles de fertilidad elevados para la zona, con contenidos de materia orgánica (MO) de 3,2% y adecuados niveles de nutrientes. Esto se debe a la aplicación de buenas rotaciones (50% de gramíneas), adopción de cultivos de servicios y sistematización con terrazas.

Spiroplasma: ¿cómo influye la nutrición?
Si bien se trata de resultados preliminares que deben continuar bajo estudio, los ensayos mostraron que, en general, no hubo diferencias significativas en severidad e incidencia de spiroplasma para distintos niveles de fertilización del cultivo dentro de ninguno de los ambientes. Los valores promedio de severidad rondaron el 2.79 y 2.65 y los de incidencia el 84% y 81% (en ambientes con y sin napa, respectivamente).

Sin embargo, los especialistas encontraron que en el ambiente de mayor potencial (esto es, con influencia de napa) hubo una incidencia de la enfermedad significativamente menor con dosis de N de 80 kg/ha.

A priori, esto puede deberse a que esta dosis permitió al cultivo responder a la fertilización y “sostenerse” mejor ante el estrés climático y la presión de la enfermedad, teniendo en cuenta que las necesidades de N son mayores en un maíz creciendo en un ambiente de mayor potencial y con mayor stand de plantas.

Asimismo, destacaron que durante las recorridas de campo, los maíces desarrollados en el ambientes de mayor potencial estaban visiblemente más verdes y mejor preparados para soportar los estreses de la campaña, mientras que aquellos en ambientes de menor potencial se veían literalmente “entregados”, lo que posiblemente se vea reflejado en el rendimiento final.

En resumen, advirtieron que la adecuada nutrición es una aliada clave para que los cultivos afronten mejor una enfermedad como spiroplasma, pero que evidentemente no es suficiente, y menos aún en esta situación de una presión tan alta de la plaga.

Por tanto, la nutrición es un aspecto más a planificar y trabajar para afrontar esta enfermedad junto con las demás prácticas recomendadas, como la eliminación de maíces “guachos”, evitar siembras escalonadas, acortar ventanas de siembra, elegir híbridos más tolerantes, control químico de chicharrita y monitorearlas también durante el invierno, etc.

Figura 3. Valores de incidencia de spiroplasma.

Figura 4. Valores de severidad de spiroplasma.

Defendiendo los sistemas de vacunación antiaftosa y trazabilidad actuales

Defendiendo los sistemas de vacunación antiaftosa y trazabilidad actuales

Ante las recientes declaraciones de ciertos dirigentes que abogan por desmantelar el programa de vacunación contra la fiebre aftosa dirigido por el SENASA y proponen que los productores asuman esta responsabilidad, queremos expresar nuestra firme oposición a esta propuesta. Consideramos que tal medida representaría un retroceso hacia los fracasos del pasado, poniendo en peligro nuestra salud sanitaria.

Durante las últimas tres décadas, el sistema de vacunación antiaftosa, llevado a cabo por el SENASA y las Fundaciones en colaboración con los productores, ha demostrado ser altamente efectivo en el control y la protección del ganado vacuno. Solo la negligencia de algunos individuos que introdujeron animales enfermos al país o evitaron la vacunación ha comprometido la salud de nuestros rodeos.

Es preocupante que se esté promoviendo, bajo el pretexto de reducir costos, la transferencia de la responsabilidad de la vacunación a los productores.

Desde CRA, reiteramos nuestro compromiso con la sanidad animal y la seguridad alimentaria. Sostenemos firmemente que el mejor y más económico seguro para nuestro rodeo es un sistema de vacunación sólido y eficiente, como el que está actualmente en vigencia. Este sistema garantiza el acceso a los mercados internacionales para nuestras carnes, contribuyendo así al desarrollo y la competitividad del sector ganadero argentino.

 

 

Algunos beneficios del sistema actual:

 

 

– Garantía de Calidad y Proceso de Transporte:

Desde la producción hasta la aplicación, se mantienen rigurosos estándares de calidad y control para asegurar la eficacia y seguridad de cada dosis de vacuna, preservando la cadena de frío de manera impecable.

– Garantía de Higiene y Técnica de Inoculación:

Los vacunadores, capacitados adecuadamente, aplican las vacunas siguiendo protocolos estrictos de higiene y técnica, garantizando la inocuidad de las prácticas de vacunación y minimizando cualquier riesgo de contaminación.

 

– Sistema de Vacunación Solidario:

Mantenemos un precio uniforme para todos los productores, asegurando que incluso los más pequeños reciban la misma atención y cuidado, sin dejar ningún animal sin vacunar.

– Recolección y Procesamiento de Datos:

Se lleva a cabo un control exhaustivo de stock y recolección de datos para monitorear el estado de la hacienda y detectar cualquier anomalía tempranamente, garantizando una protección integral del ganado.

Los entes sanitarios, las fundaciones y los productores representan una pieza fundamental en la protección y promoción de la salud animal. Su compromiso y dedicación son dignos de reconocimiento y admiración, y seguiremos apoyando su invaluable labor.

 

 

Además, es preocupante que el gobierno argentino promueva la trazabilidad individual electrónica del ganado bovino. Esta medida podría imponer una carga adicional a los productores y dificultar el proceso de producción sin necesidad. Es fundamental que se consideren las opiniones y necesidades de los actores involucrados en la industria ganadera antes de implementar políticas que puedan afectar su funcionamiento.

Hoy se cuenta con un sistema aplicado a la exportación que nos permite acceder a mercados.

 

No admitimos que el gobierno imponga medidas de escritorio que no lograrán más que burocratizar y sobrecargar innecesariamente al productor en general y en particular a los pequeños.