Ejecutivos de tres de las principales compañías de la Argentina detallaron la importancia fundamental que le asignan al maíz respecto de su capacidad de generar valor y empleo, la mejora del suelo que genera, como por permitir que la industria oleoquímica desplace a la petroquímica, y las oportunidades que brinda para elaborar múltiples productos. Ellos fueron Roberto Urquía, CEO de Aceitera General Deheza; Modesto Magadán, gerente general de Agronegocios de Arcor, y Mariano Bosch, CEO de Adecoagro, que disertaron en el panel “El maíz siempre está” del Congreso Maizar 2022, moderado por Héctor Huergo, prosecretario de Redacción de Clarín.

 

En el panel “El maíz siempre está”, el moderador Héctor Huergo comenzó recordando que, a quienes duermen con sábanas almidonadas, los sigue acompañando en el sueño el maíz que los acompañó en la leche, las galletitas y la mermelada del desayuno.

Esa omnipresencia es también una potencial palanca para el desarrollo argentino: “Siempre pensé que el maíz era una de las pocas alternativas del país para desarrollarse ordenadamente”, dijo Roberto Urquía, CEO de Aceitera General Deheza. Agregar valor al maíz significa que la gente tenga oportunidades y pueda quedarse a vivir en sus lugares, sin emigrar a la gran ciudad, señaló. 

El empresario destacó la importancia del maíz en la industria alimenticia y la oleoquímica. Por eso, dijo, “hay que convencer a la gente que toma decisiones de que pasó el tiempo de exportar tan alta proporción de maíz en grano, y agregarle más valor”. 

El maíz y otros cereales perdieron participación a manos de la soja, recordó Urquía, pero eso se revirtió hace unos diez años, cuando el área sojera se estancó o disminuyó y el maíz recuperó centralidad. Una buena noticia, porque “es difícil ser sustentable sin una participación importante del maíz”, dijo Urquía. “Los beneficios del maíz son ecológicos: fija materia orgánica al suelo y a los rastrojos, le da arquitectura al suelo, hace que se necesiten menos agroquímicos y permite diferenciar fechas de siembra”, enumeró. En Córdoba, recordó, el 80% del maíz es del tipo tardío, lo que permitió mejorar el rendimiento. 

El maíz también contribuye socialmente, advirtió el empresario, mediante la agregación de valor: moliendas seca y húmeda, producción de etanol, cría de porcinos y vacunos y generación de empleo rural en vastos espacios del territorio. Además, el desarrollo de la oleoquímica empezó a desplazar a la petroquímica, y brinda impulso adicional a la agregación de valor y a las posibilidades de la gente en sus lugares. 

Pese a todo esto, dijo Urquía, la Argentina exporta más del 70% del maíz en forma de grano, e industrializa solo 13%, a diferencia de Brasil y Estados Unidos, donde domina claramente la agregación de valor: Brasil exporta 44 millones de toneladas de maíz como grano, pero procesa 73 millones para consumo interno y para exportación, y Estados Unidos exporta 62 millones de toneladas como grano, pero agrega valor a 315 millones. 

El desafío argentino, para el empresario, es priorizar el valor agregado y más que duplicar el valor en dólares por tonelada. “Tenemos que convencer a la gente de que el maíz es un elemento para desarrollar el país y generar empleo”, señaló. Para eso, prosiguió, es necesaria una activa diplomacia internacional que, por ejemplo, diga a sus interlocutores: “Yo te doy 25 millones de toneladas de maíz, pero comprame valor agregado para tener una balanza comercial más o menos compensada”. 

Al respecto, Urquía señaló que la relación de la Argentina en el intercambio con China es de 1 a 10 en términos de valor agregado. “Que los muchachos de Cancillería empiecen a escuchar, miren el largo plazo y trabajen los términos del intercambio”, sugirió. De otra forma, “no podemos generar mano de obra”. 

Modesto Magadán, gerente general de Agronegocios de Arcor, señaló que, si bien los caramelos son su producto más conocido, la empresa tiene divisiones de Packaging y Agronegocios que nacieron debido a un concepto de integración vertical, y hoy son unidades de negocio que van más allá del abastecimiento del grupo.

Arcor, precisó, procesa cerca de 1,35 millones de toneladas anuales de maíz, que es choclo, pero también parte de sus caramelos, chocolates, mermeladas, endulzantes, galletitas, salsas, premezclas, productos libres de gluten, aceites, polentas y, además, en la línea de Packaging, parte de adhesivos, cartón corrugado, papeles y bolsas. 

Gracias a su política de inversiones, explicó, la unidad de Agronegocios pasó en 7 años de exportar unos 15 a 20 millones de dólares, a exportar 100 millones de dólares, y la empresa pasó de procesar 1.000 toneladas de maíz por día, a 4.000 toneladas. El maíz, dijo, también está en alcoholes para perfumería, sémolas y productos extrusados. La empresa tiene cinco plantas dedicadas al maíz (dos en Arroyito, una en Tucumán, una en Baradero y otra en Chacabuco) y dos centros de desarrollo orientados a generar soluciones para clientes de un amplio abanico de industrias: alimentos, lácteos, bebidas, cosmética, construcción en seco y farmacéutica.  

La cercanía con el productor es clave en cada eslabón, dijo Magadán, para generar volumen de negocios y nuevas especialidades, como, por ejemplo, maíz libre de organismos genéticamente modificados para vender caramelos y cereales para desayuno en Bélgica. Lo cual, a la vez, exige trabajar intensamente en el concepto de sustentabilidad, agricultura regenerativa, balance de carbono y agricultura digital.

La cadena del maíz, insistió Magadán, es muy importante para la Argentina y tiene un potencial increíble a condición de trabajar en su competitividad y en crear condiciones “para que se exprese en el grano y en todos los productos”. 

Mariano Bosch, CEO de Adecoagro, contó que la empresa en que trabaja produce maíz en 200.000 hectáreas y señaló que, así como en Brasil la caña de azúcar es el cultivo que mejor fija el carbono y la materia orgánica en el suelo, en la Argentina esa tarea la hace mejor el maíz. 

Como ejemplo de agregación de valor, Bosch señaló que Adecoagro destina la mitad del maíz a la producción láctea, porque pretende pasar de los cerca de 200 dólares por tonelada que da el maíz a los 4.000 dólares que da la producción láctea, incluida la leche en polvo y la producción de quesos. La Argentina, enfatizó, tiene grandes condiciones para aumentar el valor agregado, gracias a los miles de emprendedores, técnicos e ingenieros “espectaculares” que hay en todo el país. 

Al respecto, Urquía destacó la cantidad de emprendedores de su provincia, Córdoba, y las iniciativas agtech. Magadán señaló como ejemplo de desarrollo el de la leche kosher, y Bosch subrayó la impronta de sustentabilidad de la producción láctea de Adecoagro, con su esquema circular de biodigestores que convierten bosta en electricidad que se vende a la red y en fertilizante orgánico que abona la producción agrícola del entorno. 

El maíz está en todos lados y estará en muchos más, concluyó Huergo en el cierre del panel.