La deriva es un problema de suma gravedad principalmente cuando afecta a cultivos vecinos sensibles, como tomate, vid, papa, girasol, maní, o algodón. Actualmente, la deriva de herbicidas como el 2,4-D y otros hormonales, es una de las principales amenazas a las que se enfrentan los productores algodoneros en provincias como Chaco y Santiago del Estero, donde los daños llegan a ser irreversibles.
Frente a este panorama, la REM (Red de manejo de plagas) de Aapresid convocó al especialista en calidad de aplicación Pedro Platz (asesor privado y docente en la FCA de Balcarce) para repasar los criterios y claves para lograr una aplicación de calidad y prevenir los efectos de la deriva.
“Cuando hablamos de aplicación efectiva o de calidad hacemos referencia a la capacidad de que el caldo que está en el tanque del equipo, y se transforma en gotas, llegue al objetivo de aplicación”, y dicha calidad dependerá de la cobertura o cantidad de gotas que alcanzan el blanco, la homogeneidad en la cobertura y la persistencia de la gota en las hojas.
Para lograr una buena eficiencia el proceso comienza mucho antes de la aplicación. “Un buen manejo se inicia con la planificación y para esto es clave el monitoreo. Si decidimos sembrar un cultivo resistente a ciertos tipos de moléculas ya estamos planificando qué queremos hacer. Luego debemos recopilar toda la información acerca del historial de malezas y en lo posible su geo-posicionamiento en el lote”.
El tamaño de gotas y condiciones ambientales al momento de aplicar son otras dos claves para una aplicación efectiva y sin derivas. Cuando las gotas son muy pequeñas (menor a 150-180 micrones) el líquido aplicado puede desplazarse fuera del cultivo o lugar de aplicación, principalmente por la acción del viento (exoderiva). Estas gotas también son susceptibles a la evaporación cuando la temperatura es elevada y la humedad relativa baja (termoderiva).
Se considera que una temperatura mayor a 30°C, humedad relativa menor al 20% y velocidad de los vientos por encima de 18 km/h, constituyen una ventana de condiciones donde el riesgo de deriva es mayor”. El indicador Delta T, relaciona la temperatura y humedad, y es un estimador de la cantidad de vapor que la atmósfera puede absorber a una temperatura dada.
“Podemos decir que la situación óptima para aplicar ocurre cuando tenemos valores de Delta T entre 2 y 8 y velocidad de viento entre 5-18 km/h”, resumió Pedro. La dirección de aplicación también es relevante ya que aplicaciones contra el viento hacen que las gotas se eleven y tengan mayor deriva.
El tamaño de las gotas normalmente estará dado por el tipo de boquilla y la presión de trabajo. Por lo tanto, para reducir el impacto del viento el ingeniero planteó una estrategia basada en 4 aspectos: boquillas de aire inducido y reducir la presión de trabajo, para generar gotas más grandes; altura del botalón lo más cercana posible al objetivo para lograr una superposición mínima necesaria de los abanicos de distribución del líquido; y por último reducir la velocidad de aplicación.
También existen pérdidas por gotas demasiado grandes (mayor a 350-400 micrones): las gotas se escurren, rebotan y caen al suelo (endoderiva), no quedando en el blanco. El uso de aditivos, como adherentes o coadyuvantes que rompen la gota es un punto importante. Los aceites disminuyen la evaporación. “Por un lado, estos productos nos ayudan a lograr un tamaño de gota óptimo y por el otro, a proteger esa gota para que no se pierda”.
El tamaño de la maleza también afectará la eficiencia de aplicación, lo que a su vez se vincula con la dosis, la forma y la velocidad de aplicación, ya que, si la maleza tiene una determinada altura será necesario usar boquillas que lleguen a todos los puntos de crecimiento de la maleza y reducir la velocidad para que las gotas cubran completamente el blanco.
Otro aspecto a considerar para reducir las derivas será el tipo de formulaciones: “las empresas han trabajado en desarrollar nuevas formulaciones para evitar derivas, y es importante aprovechar estas tecnologías”.
Finalmente, el ingeniero Platz resaltó que para evitar problemas y errores en la aplicación y minimizar las derivas será esencial conocer la legislación de cada provincia y el rol del ingeniero agrónomo que confeccione una receta agronómica y realice el asesoramiento durante la aplicación. “Un punto importante pero que poco se practica es la evaluación de la calidad de aplicación, para esto se usan tarjetas hidrosensibles y aplicaciones de celular”.
Fuente: https://www.todoagro.com.ar/