Según los equipos técnicos de la entidad, la producción nacional ascenderá a 21,5 millones de toneladas, 56% menos respecto de lo que se esperaba al inicio de la campaña

La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) volvió a disminuir las estimaciones de la cosecha de soja. Según el último informe técnico emitido este jueves, la producción nacional será de 21,5 millones de toneladas (Mt), guarismo que representa un 56% menos respecto a lo que se esperaba al inicio de la campaña.

«Las inéditas heladas de febrero, la falta de agua y el calor se van manifestando en la trilla de la soja de primera», explica el documento realizado por la Guía Estratégica para el Agro (GEA), que también analiza la situación del trigo y el maíz. Respecto al primero, las extremas condiciones climáticas dificultan las intenciones de siembra. Respecto al segundo, aún se mantiene una incógnita para conocer el volumen final de la cosecha.

Soja

Las dificultades generadas por la sequía siguen protagonizando el panorama de los principales cultivos argentinos. En soja, donde ya se viene afirmando que se tratará de la peor producción en 23 años, GEA recortó un 7% su estimación respecto a un mes atrás: de 23 Mt pasó a 21,5 Mt. Los mayores ajustes se dieron en la provincia de La Pampa.

«De abril a mayo el rinde nacional cede y cae por debajo de los 18 quintales por hectárea (qq/ha), el nivel más bajo de los últimos 15 años. La soja ha tenido un año duro en extremo: la pérdida de área sube de 3,58 a 3,64 millones de hectáreas», sostiene GEA.

Trigo

Por el lado del trigo, la extrema falta de agua en los perfiles de suelo «complica las intenciones de los productores», plantea el informe. Según GEA, si las lluvias de abril hubiesen acompañado con los niveles estadísticos medios, esta primera estimación de trigo posiblemente hubiese reflejado una intención de siembra de más de 7 millones de hectáreas. Sin embargo, el escenario de seca limita el potencial de concretar dichas intenciones.

«En el 2023, la provincia triguera por excelencia, Buenos Aires, arranca mayo con la mitad del territorio en la categoría muy seco. Esto significa que los perfiles de los suelos están en las condiciones más secas de los últimos 30 años», plantea el documento.

Maíz

Con un 32% de avance en la cosecha, la trilla del maíz tardío, la incógnita que falta despejar para saber el volumen final de la cosecha «está todavía muy lejos», explica GEA. Por lo pronto, no se han realizado cambios en los guarismos de abril, por lo que se sigue estimando una cosecha maicera de 32 Mt, 40% menos de lo que se esperaba producir a principios de la campaña.

A partir de una salida anticipada de la hacienda por efectos de la seca, los feedlots elevaron sus niveles de encierre. En paralelo, se percibe una mejora en sus números de rentabilidad en los dos últimos meses, de acuerdo a un trabajo elaborado por Juan Manuel Garzón, de la Fundación Ieral. 

Como base, el análisis midió la cantidad de maíz que se puede comprar con la venta de un novillito,, una vez descontado el costo de la invernada. En enero de 2023, la ecuación arrojaba unos 1.443 kilos de maíz, un poder de compra que era un 40% menor al promedio de los últimos 13 años.

Por su parte, entre febrero y comienzos de abril, la venta de un novillito permitió comprar 2.165 kilos de maíz. Este volumen fue un 50% superior en comparación al primer mes del año.

“La situación mejoró considerablemente, pero debe advertirse que queda una brecha todavía del 10% respecto al poder de compra promedio del período 2010/2022, la brecha que era del 40% se redujo al 10%”, explicó Garzón. 

En este caso, consideró que la mejora se explica más por el cambio de precios relativos de categoría de animales, que por el mayor poder de compra de la hacienda en términos de maíz.  

 

SUBA EN EL PRECIO DE LA HACIENDA

Por su parte, con la suba de precios de hacienda de febrero y marzo y cierta estabilización en el precio del maíz, el poder de compra de la hacienda en términos del cereal mostró una mejoría. 

En enero, se compraban 7,4 kilos del cereal por cada kilo de novillito vendido, relación que pasó a ser de 9,3 en el mes de marzo, un 26% más. “Esta suba también ha contribuido a la mejora de la situación económica del engordador”, sostuvo. 

Más allá de este panorama, advirtió que el nivel actual de este indicador está todavía bastante por debajo de su media reciente, unos 12,3 kilos de promedio en el período 2010-2022.  “Y mucho más lejos aún de los que fuesen sus mejores años, 14,9 kilos en 2014 y 19,4 kilos en 2015”, agregó. 

Para que este efecto favorable se extienda, Garzón remarcó que será fundamental que los precios de la hacienda, en particular de sus categorías de mayor edad y kilaje, se mantengan firmes a futuro. “Para que esta condición se cumpla, es clave la evolución que muestre la demanda, tanto interna como externa”, sostuvo.

Y agregó: “Un riesgo macroeconómico muy latente con potencial de daño sobre la actividad del engorde y la ganadería en general es un salto en el tipo de cambio oficial, que incremente los costos de producción, en particular los de sanidad y alimentación”.