“El apoyo que se brinda a los productores es menor en comparación con el de sus competidores”, afirmaron los técnicos del Banco Mundial, en una presentación que se realizó en Rosario. Los detalles de un documento con un crudo análisis del país.

El recinto de la Bolsa de Comercio de Rosario fue el ámbito propicio para una jornada en la cual el Banco Mundial buscó impartir varias señales de alerta hacia la producción agropecuaria en nuestro país.

“Los datos muestran que sigue siendo clave para motorizar el desarrollo y la inclusión y que crece en términos absolutos, pero ha perdido competitividad, siendo el único país líder del agro que decreció su participación en el mercado global”, advirtieron desde el organismo de crédito internacional.

La presentación estuvo a cargo de Diego Arias, Gerente de la Práctica de Agricultura y Alimentos del Banco Mundial.

“En los últimos años disminuyó la inversión relativa en I+D del sector. Los productores agropecuarios y la producción de alimentos son hoy más vulnerables, por la dependencia de los recursos naturales y la falta de acciones para aumentar la resiliencia climática, especialmente en lo que refiere a las sequías”, informaron.

El trabajo “Hacia un sector agroalimentario más competitivo, inclusivo y resiliente en Argentina” fue el principal motivo con el cual la entidad rosarina convocó a medios de prensa y distintos referentes del sector.

Uno de los desafíos principales está ligado a la productividad en el sector y las nuevas tecnologías. En la comparativa con 2021, el informe señala que en ese momento “las cadenas de valor agrícola y agroalimentaria representaron el 15,7% del producto interno bruto (PIB) total, el 10,6% de los ingresos tributarios, entre el 17% y el 24% del empleo en el sector privado, y el 61% de las exportaciones, lo que convirtió al país en el tercer exportador neto de alimentos del mundo”.

DE LA SEQUÍA A LAS POLÍTICAS: EL ANÁLISIS DEL BANCO MUNDIAL

Sin embargo, la sequía del año pasado fue un verdadero mazazo productivo y recaudatorio.

“Acentuó la escasez de dólares en el país y generó más inflación a través del aumento de los precios de los alimentos. La disminución de las precipitaciones provocó una caída del 45% en la producción de los tres principales cultivos, una disminución del 40% en los ingresos por exportaciones de soja y pérdidas totales por USD20.000 millones, equivalentes al 3% del PIB. Las sequías de 2018 y 2009 se asociaron de manera similar con la depreciación del peso y la contracción del PIB”, ahondaron.

Ante ese panorama, los técnicos del organismo y los de la Bolsa de Comercio rosarina pidieron por “un sector agroalimentario resiliente y fundamental para el desempeño macro-fiscal de Argentina”.

Uno de los que acompañaba de cerca en el recinto era el actual secretario de Bioeconomía de la Nación, Fernando Villela.

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“En la última década, las exportaciones agroalimentarias han caído un 1,3% anual, y la participación de Argentina en los mercados agroalimentarios internacionales disminuyó del 2,7% en 2011 al 2,2% en 2021. El apoyo que se brinda a los productores en el país es menor en comparación con el de sus competidores internacionales: alrededor del 20% de los ingresos agropecuarios brutos entre 2019-2021”, graficaron.

Y sumaron: “El sector muestra un bajo nivel de inversión en bienes y servicios públicos, como la investigación, el fortalecimiento de las capacidades, la gestión de los recursos naturales y la infraestructura rural”.

EL CASO DE LA GANADERÍA

En tanto, una de las producciones analizadas por el Banco Mundial fue la ganadera. Se trata de una cadena altamente simbólica para el país, pero que cuenta con realidades dispares y rentabilidades que a menudo obligan a abandonar la actividad.

“Las políticas distorsivas han dañado especialmente a los pequeños productores de zonas más remotas, con márgenes más bajos de rentabilidad y un menor acceso a servicios. Dado que los gravámenes al sector ganadero de Argentina se ubican entre el 49% y el 57%, las ganancias de los productores de carne vacuna (principalmente de pequeña escala) se han visto duramente afectadas, lo que ha reducido su capacidad de inversión y los incentivos para mejorar las prácticas de producción”, aseguraron.

A su vez informaron que “los patrones de crecimiento actuales han tenido consecuencias en la deforestación, las emisiones de GEI, la disponibilidad de agua, la salud del suelo, el desarrollo regional y la desigualdad de ingresos, lo que ha puesto en tela de juicio la sostenibilidad ambiental y social de los enfoques actuales”.

 

“Entre 2001 y 2014, Argentina también perdió más del 12% de su superficie forestal, y los productores y el sector público no han invertido lo suficiente en la gestión de los recursos hídricos. Si no se implementan medidas de adaptación, los daños causados por las inundaciones podrían reducir el PIB en un 0,5% al año para 2060, y las sequías persistentes podrían provocar una disminución del PIB de un 4% anual para 2050”, alertaron.

Y cerraron: “Aproximadamente el 50% del consumo doméstico de alimentos es producido por las pequeñas unidades de agricultura familiar en todo el país. A pesar de la importancia de este segmento en el desarrollo territorial, la pobreza rural se mantiene elevada, en especial entre las comunidades indígenas. Con una nueva visión y un entorno normativo más adecuado, el sector agroalimentario puede consolidar su rol como generador de ingresos, empleos, seguridad alimentaria y resiliencia”.

POR UN “NUEVO FEDERALISMO”

En tanto, el presidente de la Bolsa de Comercio rosarina Miguel Simioni tomó la palabra y aseguró: “Debemos trabajar juntos para crear un entorno normativo estable y previsible, que fomente la inversión, la innovación y la adopción de tecnologías que impulsen la productividad y la sostenibilidad”.

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También Marianne Fay, directora País para Argentina, Paraguay y Uruguay del Banco Mundial, expresó: “Los desafíos son importantes, es cómo seguir impulsando la competitividad y, al mismo tiempo, proteger los recursos naturales; trabajar en la resiliencia de las comunidades y cómo alimentar a una población creciente”.

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En tanto, Fernando Vilella ponderó la sostenibilidad en materia económica y ambiental del sector productor de alimentos en Argentina. “Lo vemos cuando analizamos la huella de carbono, algo que aún no terminamos de aprovechar y valoriza”, indicó el secretario.

Y reiteró lo expresado por el presidente Javier Milei en la última edición de Agroactiva: “Nuestro objetivo es devolverle la captura de renta a los productores. En la medida que se ordene la macroeconomía se van a eliminar las retenciones y el Impuesto País”.

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