La Patagonia podría agregar 1 millón de hectáreas agrícolas bajo riego

La Patagonia podría agregar 1 millón de hectáreas agrícolas bajo riego

El tema fue abordado en el panel «Maíz y desarrollo en Patagonia», moderado por Héctor Huergo, responsable de Contenidos del Hub Rural del Grupo Clarín, en el que participaron Lucio Reinoso, secretario de Agricultura de Río Negro; Luis Bertoia, coordinador de la Comisión de Forrajes de Maizar; Martín Pasman, presidente de Valmont Argentina, y Rafael Aliaga, presidente de Agropecuaria El Carbón, de Carmen de Patagones.

 

“En la Argentina nos estamos quedando cortos de superficie para tanto potencial, y ese potencial está aquí presente, en una región que es más de un tercio del territorio nacional. Hay enormes limitaciones ambientales, pero gigantescos recursos, hoy explotados en una mínima expresión”. Así abrió Héctor Huergo el panel “Maíz y desarrollo en Patagonia”.

Luis Bertoia destacó que, aunque en el mapa de las regiones maiceras de las zonas agrícolas argentinas la Patagonia no aparece, allí hay un “potencial de rendimiento elevadísimo; por supuesto, bajo riego, pero estamos en condiciones de competir con otras regiones del país”, añadió.

Actualmente, precisó, hay allí 315.500 hectáreas bajo riego, según información reportada por productores y personal de organismos técnicos. “Siempre y cuando se realicen una serie de obras, podríamos llegar a un millón de hectáreas bajo riego sin disturbios ambientales, no necesariamente para maíz. En el resto del país, salvo que hubiera desmonte, no hay más potencial para este cultivo”, manifestó Bertoia. 

Destacó como ventajas de la zona que la cantidad de energía lumínica que recibe el cultivo es mayor a la del resto del país; que tiene menor incidencia de plagas (“la chicharrita no incide en Río Colorado, por lo que estaríamos libres de este problema”, manifestó); tiene cobertura para los requerimientos hídricos y una demanda regional insatisfecha de granos. 

“Productores y gobiernos tienen que trabajar en conjunto para aumentar la superficie bajo riego”, opinó. Y se desperdicia mucha agua. La interacción público-privada es fundamental para optimizar su uso”.

Entre las desventajas, Bertoia citó la variabilidad de los caudales disponibles, que son impredecibles porque dependen de las nevadas; los altos costos de producción y los problemas de flete. Todo lo cual permite presumir la necesidad de una inversión elevada. 

A su turno, Lucio Reinoso, secretario de Agricultura de Río Negro, aseveró que se puede definir a esa provincia como “productiva”. Coincidió con Bertoia en que es preciso mejorar la eficiencia del uso de agua y tener más superficie bajo riego. Asimismo, destacó el panorama fitosanitario positivo: “Río Negro es una zona libre de mosca de los frutos y de aftosa sin vacunación”. 

El funcionario aseguró que, cuando se consulta a los productores qué necesitan para su actividad, enumeran: acceso a mercados y productos, tecnología, equipos de riego, riego por goteo y entorno económico operativo y sostenible en el tiempo. Por su parte, Río Negro ofrece incentivos: no se cobran impuestos a los Ingresos Brutos a la actividad agropecuaria, Sellos, ni el agua. 

Además, remarcó el carácter “majestuoso” del río . Indicó, por otro lado, que se invirtió en estaciones de transformación porque el río “genera mucha energía eléctrica, pero va a Buenos Aires”.

Respecto del apoyo crediticio, afirmó que la provincia suscribió convenios con el Consejo Federal de Inversiones (CFI), que ofrece “financiamiento verde” a pymes por diversos proyectos, como la incorporación de tecnología de riesgo. Además, informó que hay préstamos para reactivación productiva y para emprendimientos liderados por mujeres. 

Para ilustrar el impacto en la producción que tendría una optimización de los recursos hídricos, Martín Pasman, presidente de Valmont Argentina, Si incluimos riego en 1 millón de hectáreas, podríamos producir alimentos para 40 millones de personas”. “¿Qué nos da el riego? Aumento de producción, seguridad de cosecha, cultivos de alto valor”, añadió. Y afirmó que se trata de “alargar la frontera agrícola transformando la tierra”. Para graficarlo, dijo que “pasaríamos de una vaca cada 20 hectáreas, a una producción mucho mayor de maíz u otros cultivos. La inversión se multiplicaría por dos. Ese es el poder de transformación de los campos”.

Rafael Aliaga, presidente de Agropecuaria El Carbón, de Carmen de Patagones, se presentó como “productor de la Pampa Húmeda que se fue a la Patagonia y arriesgó”. Formó la empresa junto con un socio corredor de cereales y otros productores. “Estamos sobre el río Negro, en Carmen de Patagones. Compramos en 2009 y empezamos el proyecto en 2011. Con Aapresid exploramos tecnologías y nuestros records de maíz y trigo fueron muy estimulantes”, narró. Contó que llevaron 20 kilómetros de tubería y 30 kilómetros de líneas eléctricas. “Y en 2022 nos negaron un crédito para desarrollo porque teníamos stock de soja”, contó, indignado.

Respecto de los condicionantes, mencionó “la presión tributaria a la inversión y a la producción; la ausencia de crédito a largo plazo y racional; la falta de maquinaria, y de una planta de acondicionamiento, que no hay en toda la zona”. 

“La energía eléctrica es uno de los grandes costos”, lamentó. “Nosotros tenemos demanda variable y estacional, y estamos obligados a hacer una reserva de potencia”, completó. 

Spiroplasma: la tormenta perfecta de la campaña 2023/24 no se repetirá. El papel del clima y el aprendizaje sobre el manejo

Spiroplasma: la tormenta perfecta de la campaña 2023/24 no se repetirá. El papel del clima y el aprendizaje sobre el manejo

 

La construcción de una estrategia colectiva para controlar el spiroplasma en el cultivo de maíz fue el foco de un panel del Congreso Maizar 2024 conformado por expertos de empresas semilleras: Sabina Mahuad, Plant Health Product Develop Cono Sur en Bayer Crop Science; Juan Astini, líder de Agronomía de Corteva Argentina; Nicolás Bertolotti, gerente de Desarrollo de Semillas de Syngenta; Fernando Guerra, gerente de Desarrollo de Producto de KWS, más Laura Carabaca, asesora del CREA San Patricio, moderado por Ricardo Bindi, presidente de Agrositio. 

 

La tormenta perfecta que se dio entre clima, desconocimiento de la plaga en zonas templadas, falta de monitoreo, de tareas de prevención y de fitosanitarios apropiados fue lo que habilitó que el Dalbulus maidis, más conocido como chicharrita, avanzara masiva y cómodamente sobre las hectáreas maiceras, llevándose más de 13 millones de toneladas. Pero ninguna de esas condiciones favorecerán al insecto esta campaña, ni el clima ni todo lo que se ha aprendido en estos meses. Eso se desprende del panel del Congreso Maizar 2024 “Spiroplasma: Liberemos nuestro talento colectivo”, conformado por expertos de las empresas semilleras y el CREA, que compartió lo aprendido y generó recomendaciones de manejo de cara a la próxima campaña.

Sabina Mahuad, Plant Health Product Develop Cono Sur en Bayer Crop Science, mostró que el desplazamiento de la presión de la plaga en la actual campaña fue inédito, y que dejó muchas enseñanzas: “Vimos distintos síntomas, distintas respuestas a distintos híbridos, vimos condiciones distintas en cada zona, y eso nos lleva a pensar cómo tenemos que pensar el sistema productivo de acá en adelante”, señaló. “Habrá que volver a hacer agronomía. Si entendemos la dinámica de la plaga y su comportamiento, vamos a poder controlar el patosistema”. 

Juan Astini, líder de Agronomía de Corteva Argentina, recordó que en diciembre de 2023 nadie hablaba de spiroplasma; en enero empezaron a surgir pequeños focos, y luego fueron creciendo, con la aparición de lotes de maíz con daño severo (como muestra el gráfico). “Hubo muchas hipótesis erradas. Apelamos a los brasileños, a gente de Argentina que estaba trabajando en el tema hace 30 años, para encontrar información histórica, pero no había pasado antes algo así. En esas primeras investigaciones no teníamos la superficie de maíz, ni la distribución, ni los sistemas productivos que tenemos hoy”. 

Con todo el bagaje de información reunido, empezaron a aparecer las posibles causasel clima, con un invierno más cálido; se venía de un verano con una campaña muy mala, donde se dejaron muchos lotes con maíz sin cosechar o con una recolección no del todo correcta, con mucha presencia de maíces guachos; se comenzó a hablar del ‘puente verde’, pero vieron que no en todos lados se podía eliminar. Así fueron entendiendo que no se podía transmitir una receta única, sino que había que hacer un abordaje regional, sostuvo Astini. 

Fernando Guerra, gerente de Desarrollo de Producto de KWS, por su parte, puso el acento en las diferencias de la plaga respecto de lo que se conocía hasta ahora. Dijo que no sólo hubo un desplazamiento geográfico, y una diferencia respecto del lugar donde se inicia y hacia dónde se mueve la plaga, sino que también el uso que se da al maíz en las zonas más afectadas llevó el problema a una situación más grave, con más hospedantes susceptibles más tiempo, y en un enero donde seguía habiendo el maíz joven que tanto le gusta a la chicharrita. Entonces, el puente verde se extendió en todas direcciones, algo desconocido. “No estábamos preparados. Ahora ya no tenemos solo la experiencia de Brasil, sino la propia”. 

Para poder entender y dimensionar cómo se expandió la plaga, Laura Carabaca, asesora del CREA San Patricio, describió cómo comenzó en el NOA. «El Dalbulus se presentaba más que nada al final del ciclo de cultivo del maíz, y lo veíamos mucho en cultivos de invierno (trigo, centeno, rabanito, colza, cultivos de servicio). En la campaña 2022/2023 empezamos a verlo en algunos casos aislados en zona sur, de maíces semilleros, y en zona norte. Como región CREA del NOA, firmamos un convenio de trabajo con la Estación Experimental Obispo Colombres, para hacer seguimiento poblacional y algunas pautas de manejo. Veíamos la plaga, la conocíamos y estábamos medianamente preparados, pero nunca nos imaginamos que iba a llegar a tal magnitud», admitió. Y remarcó que es muy importante no solo la población, sino su nivel de infectividad.

En el sur del NOA, la enfermedad comenzó a aparecer con importancia a partir de V2, con síntomas severos a partir de estado vegetativo; hubo lotes perdidos en prefloración y cultivos cosechados con productividades muy por debajo de los rendimientos de indiferencia. «Hoy es una zona muy complicada, los productores seguramente no quieren hacer maíz la próxima campaña. Pero el maíz en el NOA es muy importante para el sistema, aporta salud al suelo, cobertura; el maíz se rota con soja y con poroto y da estabilidad en el rendimiento, porque de algún modo funciona como un amortiguador de los baches hídricos durante el desarrollo de los cultivos de verano y de las altas temperaturas. Necesitamos el maíz en el sistema», enfatizó

Hacia el este de la región, contó la experta, “los maíces venían bárbaros. La población de chicharrita recién empezó a crecer a fines de febrero. En una semana, con altas temperaturas, los maíces más susceptibles quedaron en el piso. Los síntomas severos empezaron a crecer a partir de R3. Esperábamos 8.000 kg/ha y fue una desilusión. “Cuando las trampas empezaron a indicar una alta población ya habíamos superado V8 o V10, y no hicimos nada. Si los niveles poblacionales son altos, sí hay que hacer”. 

Más allá de las consecuencias negativas, la asesora CREA admite que fue un año de muchísimo aprendizaje, “y lo más importante es que no tenemos sólo una herramienta para poder salir de esta situación. En nuestra zona, es muy importante hacer un vacío sanitario, además de eliminar las plantas guachas, porque estamos con un nivel de población muy alto. Necesitamos hacerlo para después comenzar a trabajar con otras herramientas y tener éxito».

Entre todo lo que confluyó en una especie de tormenta perfecta, Nicolás Bertolotti, gerente de Desarrollo de Semillas de Syngenta, se refirió a la genética. Hubo básicamente un portafolio de materiales templados, de mayor susceptibilidad a la enfermedad, fruto de una migración del mercado que buscaba aumentar la producción en el norte, y hacer cultivos más seguros, cosechar antes, evitar problemas de vuelco y de quebrado. “En la genética tropical hay niveles de tolerancia diferenciales y eso puede aportar a la solución”.

¿Cómo llegamos a esos niveles de daño? Parte de la explicación está en las condiciones ambientales, que es de lo que menos se ha hablado“El clima en 2023 fue extremadamente anómalo, el año más caliente desde 1961, con 1 °C más que el promedio de la serie”, reveló Bertolotti. Así, “el invierno no jugó su papel en las zonas donde debería haber controlado la población, más allá de las otras prácticas”, señaló, mostrando un mapa de anomalía de temperatura (cuanto más azul, más frío respecto de lo normal; cuanto más rojo, más cálido que lo normal. “El invierno nos ha jugado una mala pasada, fue lo único que nos faltaba para generar las condiciones para la explosión del vector”, explicó.

Lo que vivimos en el invierno de 2023 estaba pronosticado por el Servicio Meteorológico Nacional, un invierno cálido con condiciones de humedad de transición a Niño. Con el diario del lunes es fácil decir ‘cómo no la vimos’”, reveló. “La buena noticia es que, de cara a la nueva campaña, el primer trimestre de invierno va a ser mucho más frío que el de 2023«. El frío que se espera en la provincia de Buenos Aires, en Entre Ríos, en el sur de Santa Fe, es un buen augurio para la zona núcleo maicera. “Debería contribuir a bajar la población, junto con el manejo integrado que proponemos. Diferente va a ser en el NOA, que seguiría estando más caliente que otras, y por eso las herramientas de mitigación van a tener que ser otras”, distinguió.

Mahuad asoció también las fechas de siembra con un circuito integrado y de migración del vector.  “Al observar el mapa de 2023, si lo llevamos a las fechas de siembra, vemos que a medida que termina la cosecha en el norte del país, se empieza a sembrar en algunas regiones más al sur, sobre todo en las que se produce maíz para tambo o maíz dulce para consumo interno, lo que genera los puentes verdes”. A eso se le sumaron el año pasado las condiciones climáticas, explicó, no sólo de temperaturas excesivas, sino también de vientos del Norte, que favorecieron la migración de la chicharrita hacia el sur de la zona subtropical. 

Para Mahuad, observando esas capas de información (la temperatura, la dinámica de la plaga y las enfermedades y las fechas de siembra), “vamos a entender cómo prevenir el patosistema», aseveró. “Terminó la cosecha del maíz tardío de la zona núcleo y volvió a sembrarse la zona del NOA, y esto llevó a esos niveles altísimos de presión, con el triple de chicharritas que solía haber. “Pensemos ese circuito, cómo vamos a trabajar esta campaña para evitar que se repita”, señaló. 

Para la fitopatóloga, “hay que volver a hacer agronomía, volver a pensar qué principios activos, qué fechas de siembra, pensar en el vecino antes de tomar decisiones, para ir disminuyendo la población del vector y reducir el riesgo de la enfermedad”.

“Estamos con mucha más información y más tranquilidad, nos va a ayudar”; dijo Astini. “Tenemos que entender la problemática en cada zona para saber cuál es la batalla que tenemos que dar como comunidad los que estamos en la cadena del maíz”. En este sentido, dijo que en Brasil, la captura de chicharritas está muy por debajo del norte de Argentina: todos los actores hicieron lo que tenían que hacer: se controlaron los maíces guachos, se hicieron aplicaciones, y demás”.

“¿Qué tenemos que hacer desde ahora, que cosechamos el maíz, y planificar la próxima campaña?”, se preguntó Mahuad. Recordó que se está armando el monitoreo a nivel nacional desde las instituciones públicas y privadas para entender la dinámica del patosistema. 

Por último, los especialistas presentaron las principales recomendaciones de buenas prácticas para el manejo del complejo, a las que arribaron por consenso a partir de todo lo aprendido.

En los lotes en barbecho, la recomendación es enfocarse en la eliminación de todo el maíz guacho (o triguero, o voluntario) para que el Dalbulus no se pueda alimentar. Y también mantenerlo libre de cualquier maleza. Monitorear y, en caso de encontrar presencia en maíz guacho, aplicar los productos que se aprobaron para su control, siempre contactando al agrónomo de referencia.

Para la siembra, se recomienda el uso de semilla certificada. Se está trabajando en el registro de insecticidas en el tratamiento de semillas, hubo aprobaciones, se están planificando estrategias de tratamiento doble en las semillas para asegurar el periodo de emergencia, explicó. Aunque es difícil, hay que tratar de reducir la ventana de siembra al máximo, hablarlo en los consorcios de productores para sembrar lo más cercano posible. “La chicharrita es inteligente, evolucionó con el maíz, cada etapa biológica (ninfa, adolescente, adulta) tiene un rol. La nutrición balanceada es clave a partir del análisis del suelo. Y los semilleros pudimos evaluar la debilidad o no de nuestros híbridos y ya tenemos información para brindar”.

Durante el cultivo, en estado vegetativo se debe monitorear la presencia del vector, trabajar con un umbral de control y, ante su presencia, rotar principios activos, para evitar la resistencia. Para los técnicos, resulta fundamental la calidad de la aplicación, además del uso adecuado de dosis.

Finalmente, en postcosecha, la sugerencia es aplicar herbicidas residuales, para evitar el maíz voluntario, y rotar los cultivos evitando siembras sucesivas de gramíneas.

Todo esto, recordando la regionalización: por caso, en Balcarce, el control del maíz guacho debería ser a la salida de la primavera; pero más al norte, donde la frecuencia de heladas deja de ser el control primario durante el invierno, debería haber más compromiso en el manejo de voluntarias, que es una de las grandes llaves para destrabar este problema, explicaron. 

“La chicharrita nos está obligando a ponernos de acuerdo, generar información, trabajar en conjunto para mitigar los riesgos”, concordaron.

Astini insistió en que no hay un punto de las recomendaciones más importante que otro: la genética, los curasemillas, los insecticidas, la nutrición, el vacío sanitario, todos tienen un rol, pero ninguno es la solución solo. Y consideró que la información de la red de monitoreo va a ayudar a la regionalización, porque incluso en la región Centro (norte de Córdoba, centro de Santa Fe, algo de Entre Ríos) hay diferencia clara entre el Este (tamberos, maíces tempranos) y el Oeste, donde debería ser más fácil un vacío sanitario. 

“La presión de la plaga fue superior a la de la safrinha, el daño fue en una zona mayor al Mal de Río IV. Tuvimos la peor campaña en cada una de las zonas. Esto solo puede mejorar”, dijo Guerra.

Para Bertolotti, en la zona núcleo, incluyendo sur y este de Córdoba, sur de Santa Fe, Entre Ríos. Buenos Aires y La Pampa, “vemos, por un lado, que estamos cosechando casi el mejor rendimiento de los últimos 5 años. En siembras tempranas, el impacto fue mínimo, más allá de algunos casos dispersos, pero la severidad fue muy baja comparada con la zona central. 

“Para la próxima campaña, la temperatura va a ayudar a controlar al vector; los perfiles van a llegar llenos. En esta zona, la siembra temprana parece la mejor opción, no con riesgo 0, pero con una mitigación que va a permitir apuntar a maíces de alta productividad con riesgos atenuados. Además, la red de monitoreo va a incluir puntos de muestreo allí, no va a ser tirarse a la pileta. Por ahí en esa zona, que es la zona de pánico, hay muchísima preocupación, pero el impacto ha sido realmente bajo. Entonces sería un error cambiar la estrategia de producción, deberían seguir sembrándose maíces de alto potencial en general, el riesgo debería estar mitigado.

Guerra valoró que “en muy poco tiempo se reunió mucha información: Saliendo de lo emocional, se puede ver mejor”. Por último, Mahuad recordó que “Brasil supo convivir con esto, aprendió, Nosotros tomamos muchas cosas muy rápidamente, ya sabemos, vamos a trabajar con previsión”.

¿Cómo hace para convivir con la chicharrita Brasil, el segundo mayor productor de maíz del mundo?

¿Cómo hace para convivir con la chicharrita Brasil, el segundo mayor productor de maíz del mundo?

En las últimas décadas, Brasil tuvo varios brotes de chicharrita, o cigarrinha, como la llaman allí, pero eso no le impidió ser el segundo productor mundial de maíz. Por eso, el Congreso Maizar 2024 convocó a uno de los principales expertos en esta plaga, Paulo Garollo, investigador especialista en cultivo de maíz en FITOLAB Brasil, para que contara cómo manejan esta plaga, en una charla con el presidente de Maizar, Federico Zerboni.

Paulo Garollo contó que fue en 1995 cuando vio los primeros brotes de chicharrita con daño económico, que se dieron en la región baja del centro de Brasil: “Como es una plaga predominantemente tropical, con más probabilidad de ocurrencia en regiones más cálidas, nadie la conocía allí, entonces no se hacían controles. Obviamente, el daño fue altísimo. 

En esa época, dijo, se sembraban cerca de 3,5 millones de hectáreas de maíz en Brasil, la mayoría, en fechas tempranas. “En 2015, cuando tuvimos el segundo brote, teníamos  cerca de 15 millones de hectáreas con maíz, sembradas en tres épocas diferentes, lo que terminó propiciando el desarrollo y dispersión de la plaga. Fue un desastre total”, recordó.  

“Siempre, en todas las regiones donde fue apareciendo la chicharrita, el daño fue alto la primera vez. Sin embargo, eso no frenó la expansión de la producción: “En 2021 plantamos cerca de 21 millones de hectáreas de maíz. No paramos el cultivo, al contrario, avanzamos, con un trabajo conjunto de acciones de manejo para controlar la población y viabilizar el cultivo. No podemos dejar de plantar maíz”, enfatizó. 

Una buena práctica de manejo requiere armar una estrategia conociendo cuatro factores: la plaga, el ambiente (“campo de batalla”), las herramientas (“armas”), y la planta y su fenología. 

Garollo explicó que “la chicharrita busca siempre las plantas más jóvenes y las partes más jóvenes de la planta, entonces siempre está migrando”. Además, las ninfas viven debajo de las hojas, no es tan fácil matarlas, y es preciso hacerlo.
Por otro lado, señaló que “se necesita tener el ambiente a la vista cuando vamos a hacer el manejo”. Hay que tener en cuenta los factores abióticos a los que quedarán expuestos los productos que se apliquen: lluvias, radiación luminosa, temperatura y presión de vapor de agua. “Si sé que esta plaga es migratoria, necesito un producto que dure más tiempo, porque todos los días llegarán chicharritas”. 

El mejor producto será el que tenga las características físico-químicas más adecuadas para un ambiente, dijo Garollo, “pero precisamos conocer mejor los productos, cómo actúan, para poder escoger el más adecuado para cada momento”. Si los defensivos se aplican cuando la planta inicia su desarrollo, y en las regiones más cálidas hay una nueva hoja cada 3 o 4 días, no servirán para esas nuevas hojas, que son las que prefiere la plaga”, ilustró. 

En Brasil, señaló, antes de comenzar la actual campaña vieron que los pronósticos meteorológicos suponían un incremento de la presión de las plagas y se prepararon. “Precisamos estar mejor munidos de información”.

La chicharrita es muy sensible a la temperatura, que interfiere mucho en su biología. Con menos de 20 °C, sus huevos no eclosionan. Por eso, las temperaturas bajas reducen fuertemente la población de la plaga. En cambio, en un año con temperaturas de entre 26 y 39 °C, puede haber hasta 6 generaciones de chicharritas, porque sus ciclos se acortan: “Años más cálidos podemos llegar a ver 190.000 millones de chicharritas en un año”, explicó. 

Este insecto es vector de una enfermedad, el achaparramiento del maíz, producido por dos bacterias sin pared celular (mollicutes): Spiroplasma kunkelii y fitoplasma, que se desarrollan en los vasos del floema de la planta, por donde pasa el azúcar para el llenado de granos. “Las hojas siguen produciendo azúcar, pero no consiguen trasladarla; entonces se va concentrando en las células de las hojas y va hacia la superficie. Al oxidarse, se transforma en antocianina, y por esto las hojas van tomando coloraciones rojizas”, explicó. Los síntomas comienzan en la espiga y van bajando, por eso la planta va a muriendo hacia abajo. Además, al no llegarles el azúcar, los granos presentan malformaciones. Y también puede haber quiebres de tallo, y predisposición a hongos de pudrición de tallo. “Hay que hacer diagnóstico en el campo, para no errar”, insistió Garollo. 

En cuanto a las ninfas de la chicharrita, el experto señaló que hacen cinco cambios de piel hasta ser adultas, y están en las hojas nuevas. “Es preciso revisar mucho”, indicó. Y explicó por qué los químicos que matan a las chicharritas no son efectivos con las ninfas: “Cuando el adulto pica la hoja para alimentarse del floema, pasa a través del xilema, que es por donde pasan los líquidos y también los químicos”. Así, si hay insecticida, se contamina. Sin embargo, las ninfas de la chicharrita están en una posición distinta, debajo de las hojas: tienen los vasos de alimentación cerca, entonces, al no atravesar el xilema, el insecticida no las mata. ¿Cómo se matan? Por vapor o por translocación translaminar: algunos insecticidas tienen capacidad de circular por los espacios de las células y depositarse debajo de la hoja, señaló. De todos modos, insistió: “No es solo el producto, no se engañen: es preciso saber para hacer una buena estrategia de manejo”, recalcó. 

Desde su experiencia en Brasil, el especialista brindó recomendaciones de manejo.
Dijo que es “importantísimo” eliminar los maíces guachos, porque en ellos se desarrolla la chicharrita, y porque los agentes causantes de las enfermedades solo sobreviven en plantas vivas de maíz. “Al eliminar los guachos, tenemos altas chances de disminuir el potencial infectivo de la plaga”.

Es indispensable el tratamiento de las semillas, especialmente con el grupo químico de los neonicotinoides, que son los más eficientes en el control inicial de la chicharrita. En este aspecto, el experto contó que presentaron un trabajo en Estados Unidos en el que identificaron eficiencia de manejo por tratamiento de semillas de hasta 88%. “Pero un 88% de eficiencia en una población de 10.000 individuos, deja un resto de 1.200, y en una de 100.000 individuos, deja 12.000: este es el problema, ya que no sabemos cuál es la población inicial”. Por eso, dijo, el tratamiento de semillas es indispensable, “pero apenas el maíz empieza a nacer y tener hojas, inmediatamente hay que hacer una primera aplicación con defensivos, para corregir ese resto que quedó”.

Además, recalcó, el periodo de mayor daño de la chicharrita es entre la primera hoja y la octava, por eso es el periodo de guardia constante: cuanto menos chicharrita se deje, mayor éxito tendrá el manejo, “y eso es independiente del nivel de tolerancia de los diferentes híbridos”.  

En cuanto a los híbridos, Garollo indicó que “la tendencia del mercado es tener híbridos tolerantes o moderadamente tolerantes; estamos trabajando fuertemente, pero todavía hay ciertas dificultades”. Sin embargo, enfatizó: “Ni plantando un híbrido de alta tolerancia podemos olvidarnos de la chicharrita. No. Tenemos que hacer el trabajo de manejo hasta por lo menos 6 a 8 hojas. Híbridos tolerantes sin manejo terminan perdiendo 30 a 40% de los rindes”. No se puede usar una sola herramienta, es un conjunto de buenas prácticas de manejo que va a llevar al éxito”. 

En consecuencia, recomendó comenzar las aplicaciones desde el inicio del desarrollo de la planta en el área total, “apenas abrió una hojita”. Respecto del lapso entre una y otra, indicó que en la mayoría de los insecticidas disponibles y registrados, deberíamos esperar una semana. Ahora hay productos que indican 5 días, pero cuidado, eso puede crear un desequilibrio ambiental altísimo. En área total, lo ideal es aplicar cada 7 días”.  

Pero entre 3 y 4 días después de la aplicación en el área total podemos hacer una aplicación de borde, porque la primera migración de la chicharrita es en el borde, y se queda por lo menos 12 horas. Por eso mejora mucho el manejo hacer la primera aplicación en el área total lo más pronto posible; y al 3° o 4°cuarto día, en un borde de 30 a 50 metros, no se precisa más. 

En cuanto a los productos, aconsejó trabajar en las primeras aplicaciones preferentemente con productos de contacto (de VE o V1 hasta 4 hojas), porque las chicharritas son adultas, no hay ninfas. Los neonicotinoides, que son sistémicos (vascular y translaminar), tenemos que resguardarlos para aplicar cuando tenemos ninfas”, indicó. “Existe límite de uso de productos químicos, y deberíamos respetar las indicaciones”. 

Los biológicos son muy importantes dentro del sistema, pero siempre como complementarios a los químicos, nunca solos, remarcó. Entre ellos, hongos (Beauveria bassiana, Isaria fumosorosea), y está comenzando el uso de bacterias (Pseudomona fluorescens y Pseudomona chlororaphis). 

Garollo mostró los grupos químicos y principios activos de defensivos de contacto disponibles en Brasil. Y dijo que los de primera elección son los de baja solubilidad en agua, no volátiles y lipofílicos, que duran más tiempo hasta descomponerse. En cuanto a las innovaciones que apuntan a lo central, quebrar el ciclo de la plaga destruyendo a las ninfas, se refirió a dos productos: la buprofesina y un triterpenoide tipo limonoide que es una esencia de aceite de Neem bioactivada. “Son también complementarios de los químicos, actúan en las ninfas como inhibidores de crecimiento, y también infertilizando a las hembras”, contó.
“No dejamos de plantar maíz, continuamos mejorando los procesos de manejo. Sería muy triste que una Nación deje de hacer este cereal tan importante”.

La sanidad de maíz, un gran aprendizaje de la campaña 2023/24

La sanidad de maíz, un gran aprendizaje de la campaña 2023/24

Durante el Congreso de Maizar, “Liberemos nuestro talento colectivo”, centrado en la sanidad del cultivo de maíz, KWS llevó todo su conocimiento, experiencia y conclusiones sobre dos enfermedades temibles: carbón de la panoja y Corn Stunt Spiroplasma.

 

La sanidad del cultivo de maíz fue un tema clave, excluyente y paradigmático de la campaña 2023/24, que se perfilaba como un gran ciclo maicero.

 

El Corn Stunt Spiroplasma logró una destacada centralidad a partir de las importantísimas pérdidas que provocó en los maizales tardíos, mientras que el carbón de la panoja, otras de las patologías que se viene presentando hace varias campañas y sobre la que están alertando muchos expertos, también estuvo nuevamente.

 

Por ello, el Congreso de Maizar 2024: 20 años (2004-2024), “Liberemos nuestro talento colectivo”, estuvo cruzado principalmente por la temática sanitaria del cultivo.

 

Bajo este contexto, KWS, compañía especializada en mejoramiento genético y agronomía de maíz, protagonizó la charla “Carbón de la panoja: una enfermedad silenciosa en zona potencial”, en la “Sala KWS”, con la exposición del especialista en fitopatología de la Universidad Católica de Córdoba, Roberto De Rossi, junto con el Gerente de Desarrollo de Producto, Fernando Guerra.

 

Además, y considerando los años de investigación y experimentación regional en Corn Stunt Spiroplasma, la compañía estuvo en el panel que tomó este tema y lo conectó con el lema del congreso: “Spiroplasma: liberemos nuestro talento colectivo”.

 

“Sin dudas, tanto el carbón de la panoja como el Corn Stunt Spiroplasma son dos enfermedades que vinieron a desarmar la estructura de la sanidad de maíz y sus siembras tardías”, aseguró Guerra.

 

 

A esto agregó que, “cuando se habla de patógenos también se habla de ambiente. Entonces, en la medida que el ambiente cambia, estos organismos vivos también cambian su comportamiento, se adaptan o resisten y, al mismo tiempo, se acomodan a su hospedante, que es el maíz. Por lo tanto, los cambios en el clima que vimos las últimas campañas, con sequías o inviernos más benignos y húmedos, fueron nuevas oportunidades para estas enfermedades”.

 

Por su parte, De Rossi comentó, comparativamente, entre carbón de la panoja versus Corn Stunt Spiroplasma: “Esta campaña, tuvimos una presión sanitaria aguda desde dos frentes: desde el sur, con el carbón que progresa desde la zona núcleo y tiene apariciones hacia el oeste y todavía más al sur agrícola y, otro frente desde el norte, con la llegada de Spiroplasma”, explicó, sobre el encierro geográfico que atravesó el cereal.

 

Al respecto, el experto sostiene que contra carbón casi no hay información básica generada en Argentina por los últimos 75 años mientras que, respecto a Spiroplasma, hay datos por los últimos 20 años. “De esta forma, para el carbón estamos creando un nuevo mapa sobre una patología que no estaba en el país”, advirtió.

 

Es importante recordar que el carbón de la panoja es una enfermedad causada por un hongo (Sporisorium reilianum) que produce daños significativos en la panoja y la espiga, con pérdidas de rendimiento en el cultivo de maíz que pueden ser totales. Por su parte, el Spiroplasma es una enfermedad transmitida por un insecto (conocido vulgarmente como chicharrita), que también implica daños totales. 

 

De acuerdo a De Rossi, el ciclo 2023/24 fue el cuarto con presión del hongo. “A lo largo de tres campañas, todos los fitopatólogos buscamos mayor presión de selección para entender a este patógeno, dado por una mayor cantidad de variables. Recién esta campaña, en un ensayo en la localidad de Corral de Bustos (sudesde de Córdoba), encontramos esa presión en un ensayo comparativo de rendimiento sobre cuarenta genotipos”, recordó.

 

Ante esto, Guerra añadió: “Año tras año, sumamos una capa más de información sobre el carbón. Este ensayo fue clave para la investigación. Actualmente, sabemos que este patógeno está concentrado en siembras tempranas y el reporte desde las zonas afectadas, nos dice que el impacto de esta enfermedad es importante. Por ello, es fundamental aprender rápido y contar con herramientas nuevas”.

 

Al respecto, el gerente de KWS indicó que, “el trabajo de desarrollo de un híbrido de maíz es conseguir una genética sostenible, estable y con la mejor performance. Estos cambios sanitarios, a partir de una expresión exacerbada de enfermedades, implica que, dentro de la variabilidad genética de tu programa, se puedan descartar rápidamente aquellos candidatos que no dan una respuesta positiva. Por tanto, estas enfermedades aportan una mayor seguridad que favorece más la solidez de un programa”.

 

 

En coincidencia, tanto De Rossi como Guerra buscaron transmitir tranquilidad. “Antes veíamos que estos escenarios sanitarios eran imposibles y hoy sabemos que pueden suceder. Debemos convivir con estas enfermedades, sin sentir una condición de pánico y sabiendo que mejorará con todas las herramientas de la genética y agronomía disponibles”, dijeron.

 

En este sentido, confirmaron que es importante conocer y consultar sobre la tolerancia de la genética sembrada a cada una de esta enfermedad. También es importante identificar la forma y vía de entrada al campo y analizar la posibilidad de manejar el cultivo con cierta presión del patógeno.

 

“El carbón de la panoja demostró un compromiso y un manejo responsable de la enfermedad por parte de todos los integrantes de la cadena de maíz, que redundará en un beneficio conjunto para todos los productores”, subrayó el especialista de la Universidad cordobesa.

 

Unidos por 20 años

 

Desde primera hora y fiel a su esencia, KWS acompañó en su génesis a Maizar, la entidad que reúne a toda la cadena del maíz y el sorgo en Argentina.

 

Gonzalo Bravo, responsable de Instituciones y Cuentas Clave, con una trayectoria de más de 25 años en la compañía, recordó los inicios de la asociación.

 

“KWS está presente en Maizar desde hace 20 años. Recuerdo que en la primera reunión anual, hicimos una presentación sobre la importancia de contar con una asociación como Maizar y de la cadena de maíz. Nosotros, como semillero, somos la base de esta gran cadena. Es interesantísima la representación de Maizar porque hace muchos años que trabajamos de manera colaborativa, con lo cual cada uno entendió que el éxito individual de los actores es el éxito del negocio en general”, reflexionó Bravo.

 

En este sentido, agregó que, como parte de cada reunión celebrada por Maizar, siempre se encontró compromiso y entusiasmo en trabajar en conjunto, más allá de los años buenos o malos para el cultivo.

 

“A lo largo de estos 20 años, ocurrió una innegable revolución tecnológica que cambiaron y dinamizaron la matriz productiva argentin. Esta revolución estuvo muy comprometida con la sustentabilidad, priorizando la productividad y también los recursos ambientales”, concluyó Bravo.

Con genética y manejo, la Argentina puede triplicar los rindes de sorgo y superar los 10.000 kilos por hectárea

Con genética y manejo, la Argentina puede triplicar los rindes de sorgo y superar los 10.000 kilos por hectárea

 

En el panel “Sorgo, rompiendo paradigmas”, se expuso cómo se puede superar con creces el rendimiento promedio nacional de este cultivo, que hoy se ubica en 3.500 kilos por hectárea. Lisandro Guillaumet, breeder de  sorgo de Advanta Semillas, y Juan Balbin, productor agropecuario de General Villegas, presentaron casos en los que los rindes superaron los 14.000 kilos por hectárea, en un panel moderado por Vicente Trucillo, breeder de RAGT Tobin, en el Congreso Maizar 2024.

 

En la campaña 2023/24, hubo productores de sorgo que lograron rendimientos muy altos, algunos casi cuadruplicando la media nacional. En la zona de Laspiur, Córdoba, se obtuvieron 9.700 kilos por hectárea (kg/ha), y en Alta Gracia, de 11.500, bastante por encima de los 3.500 kg/ha en los que se ubica la media nacional. En la zona núcleo, un productor de Armstrong obtuvo 10.800 kg/ha; en General Gelly, se alcanzaron 10.000, y en Vicuña Mackenna 14.700 kg/ha. 

El aporte de la genética, la tecnología y el manejo para lograr el éxito del cultivo y así su expansión en la Argentina fueron los ejes del panel “Sorgo: rompiendo paradigmas”, que tuvo lugar sobre el cierre del Congreso Maizar 2024. Fue moderado por Vicente Trucillo, breeder de sorgo de la compañía RAGT Tobin, que se encargó de presentar los rendimientos de la campaña 2023/24: “Los valores de la realidad, no de una investigación ni de una parcelita”, subrayó. 

Lisandro Guillaumetbreeder de sorgo en Advanta Semillas, resaltó la ganancia genética lograda en los últimos años. Un estudio sobre 39 materiales lanzados por la compañía entre 1984 y 2021 reveló que “es un cultivo que rinde, aunque hay que acompañarlo con tecnología”.

Guillaumet contó que pudieron realizar una estimación de brecha de rendimientos que permitió observar una ganancia genética de 38,5 kilos por hectárea por año en los 37 años analizados. “Es un resultado más que bueno para el cultivo”, subrayó. Pero aclaró que el grueso de esta ganancia se concentra en los últimos cinco años, período en el que presenta una ganancia promedio de 70 kilos por año. 

“El cultivo adoptó mucha tecnología. No es sólo el rendimiento, también son las características agronómicas que están asociadas a cada uno de estos nuevos materiales, en términos de nuevas tolerancias o resistencia a herbicidas. Es un punto importante que nos permite avanzar en esas ganancias”, detalló. 

Según contó, el sorgo es un cultivo en el que se está invirtiendo mucho, y hay herramientas que permiten avanzar en el progreso genético, lo que podría hacer crecer la ganancia anual.

Juan Balbín, productor agropecuario de General Villegas y el sur de Córdoba, se mostró confiado en que el sorgo crezca, pero no como un parche, como ocurrirá este año por el problema de la chicharrita, que hará que algunos productores elijan sembrarlo en lugar de maíz en las zonas afectadas: “Tiene que crecer per se, no como una salida al problema de otro cultivo”. 

El ex presidente del INTA y de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea) indicó que “el sorgo se complejizó y evolucionó, y “hoy es un cultivo que requiere una atención igual que la soja y mucho más que el maíz”. En este sentido, especificó: “Los monitoreos que hacemos en sorgo no son ni siquiera semanales: hacemos un seguimiento cada cinco días en la época crítica del pulgón”, y llamó a “tomar en serio” al sorgo.

Balbín contó cómo trabajan en suelos thapto, en la zona de Villegas, en la famosa cuenca de La Picasa que estuvo inundada muchos años. “El suelo thapto es muy especial, cambia en 10 o 50 metros. Nos dimos cuenta de que en estos suelos la soja ya no iba más. Probamos maíz de segunda, pero vimos que, a diferencia del sorgo, si en el momento de floración no teníamos lluvia, entrábamos en crisis”, describió. En cambio, el sorgo tiene la capacidad de demorar entre 30 y 40 días la floración, y tiene mucha mayor  capacidad de absorber agua. 

Una ventaja en estos suelos es que no retienen más de 60 o 70 milímetros de agua, pero son agrícolas. Allí, dijo, realizan sorgo-girasol, sin rotación porque, por ejemplo,  la vicia se queda sin agua a fines de agosto-septiembre, y después entrega el suelo tarde. 

El concepto clave, explicó, es trabajar al sorgo como si fuera un maíz: cultivo limpio desde el primer día, barbechos largos. Apuntó que hay “algunos inconvenientes de control de malezas en girasol por el enorme rastrojo que tiene la cobertura de sorgo”. La rentabilidad la miden en un conjunto, girasol-sorgo.

¿Qué se hace con el maíz que no se exporta? Tres casos de agregado de valor y economía circular en el Interior

¿Qué se hace con el maíz que no se exporta? Tres casos de agregado de valor y economía circular en el Interior

 

Franco Santángelo, presidente de la avícola Soychú, Matías Turturro, jefe comercial de Bioetanol Río Cuarto, y Santiago Negri, director de Capelle Hnos. – Porcap, contaron la experiencia de estas empresas de Entre Ríos, Buenos Aires y Córdoba que crecieron  sumando valor al cereal y apostando a la economía circular. El moderador fue Patricio Gilligan, gerente de Granos de Allaria Agro. Todos dijeron que se necesitan políticas económicas estables.

 

Un tercio de la producción nacional de maíz se destina al mercado interno, donde dinamiza una economía que agrega valor, diversifica y produce desarrollo y arraigo en el interior. De ello dan cuenta empresas como Soychú, de Gualeguay, Entre Ríos; Porcap, en la bonaerense Daireaux, y Bio4, la productora de bioetanol que nació de la asociación de 26 productores de Río Cuarto, en Córdoba. El hilo que las une, además del maíz, es que son del Interior, que en forma directa o través de sus asociados son familiares, y que apuestan a la integración vertical, la bioeconomía y, en algunos casos, a la economía circular.

Soychú es el segundo productor y vendedor de pollos del país, a un ritmo de 430.000 diarios. La firma nació en 1962, de la mano de dos inmigrantes italianos que decidieron diversificar sus negocios a partir de una carnicería. Primero fue un matadero de pollos, luego añadió la crianza propia y la producción de alimentos balanceados, después las reproductoras y más tarde los galpones de producción, que administran en forma directa o integrada. Más recientemente, sumaron el negocio de la genética, contó Franco Santángelo, presidente de la firma y segunda generación del emprendimiento.

El desafío, señaló Santángelo, es crecer en eficiencia y productividad para exportar, porque el mercado interno “ya no puede crecer mucho más”. Una de las necesidades es incorporar galpones de producción en forma integrada. “Para un productor de 500 hectáreas es una alternativa porque le brinda un ingreso extra cada dos meses y la posibilidad de usar capacidad ociosa, además de que puede utilizar la cama como fertilizante”, indicó.

Santiago Negri, director de Capelle Hnos., empresa integrante de Porcap, contó otra experiencia de integración vertical, a partir de la producción de cerdos. En el partido bonaerense de Daireaux, un grupo de empresas decidió agregar valor a la producción primaria. Arrancó en 2019 y produce carne de cerdo que mayoritariamente se faena en Cagnoli. El establecimiento también dio sus primeros pasos hacia la economía circular al instalar un biodigestor para tratar los purines y utilizarlos tanto para la producción de energía como para la fertilización.

En materia de economía circular, el emprendimiento que camina a pasos acelerados es el de Bioetanol Río Cuarto, más conocido como Bio4. Matías Turturro, jefe comercial de la firma, ubicó el origen en la sanción de la Ley de Biocombustibles, en 2006. A partir de los estímulos que brindaba la norma, un grupo de 26 productores de Río Cuarto decidió integrarse para dar valor al maíz, trayendo el modelo de las plantas de bioetanol de Estados Unidos.

Así comenzó una historia que los llevó a inaugurar en 2012 la planta de bioetanol, con capacidad instalada para elaborar 90.000 metros cúbicos de etanol, para lo cual consume 250.000 toneladas de maíz al año. El mercado local, con corte de 12% de bioetanol en las naftas, es el negocio principal para la empresa, pero la matriz productiva se diversificó a partir de las prácticas regenerativas. En 2015 instalaron una planta generadora de energía eléctrica a partir de biomasa. La idea original fue utilizar silaje de maíz pero, explicó Turturro, los precios del Plan Renovar en ese momento los dejaban fuera de costos y, por eso, comenzaron a utilizar destilado fino, un subproducto de la producción de biocombustible. Hoy esa usina aporta a la mayorista Cammesa el equivalente al 12% de la electricidad que consume Río Cuarto.

La integración no termina allí, ya que también producen biofertilizante y miden la huella de carbono, lo que les habilita negocios en el exterior. Para fin de este año esperan terminar la ampliación de la planta a 140.000 metros cúbicos de capacidad.

Estos tres referentes de la economía del maíz se mostraron convencidos de que el agregado de valor es el camino. También resaltaron la importancia de la cooperación con la comunidad en la que viven, y coincidieron en pedir estabilidad en la política económica. El camino para crecer está abierto. Por ejemplo, si la Argentina llevara el corte de nafta con biocombustible a un nivel similar al de Brasil (E 27), la demanda implicaría construir diez plantas similares a Bio4, con un consumo de maíz cercano a los 4 millones de toneladas.