Así lo indican las cifras oficiales correspondientes a las unidades vendidas durante el primer trimestre del 2024. Le siguen las sembradoras, con una caída también pronunciada, cercana al 25%.
El INDEC dio a conocer los datos del primer trimestre del 2024 correspondientes a la industria de la maquinaria agrícola argentina. Allí, se destaca que la venta alcanzó una facturación de 269.942,8 millones de pesos, lo que representa un aumento de 243,7% en relación con el mismo trimestre de 2023.
En este escenario, los tractores presentaron el nivel de facturación más alto del trimestre, con 111.937,1 millones de pesos, lo que representa una suba de 232,9% en comparación con igual trimestre del año anterior. La facturación de cosechadoras, implementos y sembradoras aumenta 285,6%, 241,1% y 202,6%, respectivamente.
Pero el dato negativo lo representan las unidades vendidas, que dentro de un contexto inflacionario importante y un peso devaluado, es el dato más frío para entender como se ha movido este sector últimamente.
Mermas pronunciadas en unidades vendidas En el primer trimestre de 2024, el total de unidades vendidas nacionales e importadas de todos los segmentos de maquinaria, según los datos refelejados por el INDEC, destacan que hay importantes caídas interanuales.
Los tractores exhiben la mayor disminución respecto a igual trimestre del año anterior, con 31,0%; siguen las sembradoras, con 24,9%; las cosechadoras, con 16,1%; y los implementos, con 12,0%.
Participación en el mercado En el primer trimestre de 2024, los tractores participan con el 41,4% de la facturación total, con 111.937,1 millones de pesos; los implementos alcanzan el 26,6% de participación, con 71.724,3 millones de pesos; las cosechadoras tienen el 24,1% de participación, con 64.982,4 millones de pesos; y las sembradoras representan el 7,9% restante, con 21.298,9 millones de pesos.
Chaco y el nordeste de Santiago del Estero son las zonas marcadas como la de mayor riesgo, pero también hay regiones de otras siete provincias con alertas por frío.
En los últimos días, el frío ha sido uno de los principales temas en la agenda de los ciudadanos argentinos, con el paso de una ola polar que ha provocado heladas y temperaturas inusualmente bajas en todas las regiones del país.
Esto es así al punto de que el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) ha emitido alertas por frío para varias provincias en las últimas 48 horas.
El martes, hubo regiones puntuales de 15 provincias con alerta amarilla o naranja: Mendoza, San Luis, Córdoba, La Rioja, Catamarca, Tucumán, Jujuy, Salta, Formosa, Chaco, Santiago del Estero, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y Misiones.
Mientras que para este miércoles, la cantidad de provincias con alertas es menor, pero hay zonas de Chaco y Santiago del Estero con riesgo de frío alto a extremo.
EL FRÍO, UNA AYUDA CONTRA LA CHICHARRITA
En general, según diversos reportes que han circulado en las últimas horas de entidades públicas y privadas, las temperaturas en las zonas productivas se han ubicado entre -3° y -6°.
Esto, de acuerdo con un reporte de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), configura una gran noticia para ayudar a frenar a una de las principales amenazas que tiene el campo argentino en este momento: la chicharrita del maíz.
“El aire frío comenzó a ingresar al país el jueves y viernes, trayendo consigo lloviznas y un marcado descenso térmico. Las bajas temperaturas se extendieron no solo en el centro del país, sino también hacia el norte, alcanzando provincias como Chaco, Santiago del Estero y Corrientes”, consignaron desde la entidad rosarina.
Y precisaron que uno de los impactos positivos de este frío intenso es la reducción de la población de chicharritas, una plaga que ha afectado gravemente a los cultivos de maíz en la región núcleo.
“Las temperaturas bajo cero y las heladas ayudan a disminuir la presencia de esta plaga, lo que podría resultar en menores daños a los cultivos en futuras temporadas”, mencionaron.
De todos modos, como estaba previsto, a partir de este miércoles comenzarían a aumentar las temperaturas y se acabaría esta ola polar momentánea, aunque se estima que ya las condiciones otoñales e invernales se han establecido firmemente, indicando la continuidad de este patrón climático en las próximas semanas.
POR LAS HELADAS, SUBAS DE PRECIOS
En tanto, una consecuencia negativa de la sucesión de heladas es que en algunas zonas del país han afectado la producción en los cinturones hortícolas, por lo que se dispararon los precios de algunas verduras.
En Buenos Aires, por ejemplo, se reportan subas del 200% en cultivos como tomate, zapallito y morrones, que llegaron hasta un tope de $ 8.000 por kilo.
Entre febrero y mayo, el precio internacional del trigo mejoró un 34% y el valor de la urea retrocedió 26%. Para comprar una tonelada de urea, se necesitan 2,2 toneladas de trigo; hace dos meses eran necesarias 3,8 toneladas
La mejora en la relación de precios entre granos finos e insumos comenzó a reactivar el mercado de fertilizantes.
En el transcurso de mayo, los productores comenzaron a definir sus estrategias de reposición de nutrientes y a partir de la mejora en los precios internacionales del trigo se percibe un incremento en las operaciones comerciales.
De acuerdo a un relevamiento efectuado por la Consultora AZ Group, el valor de referencia del trigo para la posición Diciembre 2024 pasó de U$S 188 la tonelada en febrero a U$S 253 en mayo, un incremento del 34%.
Para el caso de la urea en el mercado local, en ese mismo período su precio retrocedió un 26%, al pasar de U$S 715 a U$S 528 por tonelada.
Con estos números, para comprar una tonelada de urea se necesitan 2,2 toneladas de trigo, mientras que hace dos meses se necesitaban 3,8 toneladas.
De este modo, el grano ganó –en un año- un 42% de poder de compra. “Si bien nominalmente el precio de la urea aún es alto, en términos relativos el insumo se abarata sustancialmente”, reconoció Jeremías Battistoni, de AZ Group.
En el caso de los fosfatados, la tendencia es similar, pero de menor magnitud. Con un valor de referencia de U$S 846 por tonelada para el fosfato monoamónico (MAP), la relación de compra mejoró un 15% en el último año. En este caso, para compra una tonelada de ese producto se requieren 2,6 toneladas de trigo.
FERTILIZANTES: EL RITMO DE LAS IMPORTACIONES
A tono con estos números, el año transcurre con un volúmen récord de importaciones de urea. Los datos oficiales mostraron que entre enero y abril, los ingresos de este fertilizante acumularon 239.000 toneladas.
El dato a tener en cuenta es que durante enero, se importaron 149.000 toneladas, un volumen “fuera de lo normal” según AZ Group. Pese a esto, las compras siguen por encima de sus promedios históricos.
“Desde la demanda, la mejora en las condiciones agronómicas y de mercados para la campaña fina estimulan un aumento de superficie respecto a las estimaciones iniciales”, señaló Battistoni.
Y agregó: “La falta de claridad en los mercados del primer cuatrimestre va quedando atrás y las empresas comienzan a mostrarse más activas tanto en pedido de cotizaciones como en compras”.
De todos modos, la posición general de compras sigue retrasada si se compara con las últimas campañas.
En el caso de fosfatados, las importaciones en los primeros cuatro meses de 2024 están por debajo de sus valores históricos, con un total de 178.000 toneladas.
El tema fue abordado en el panel «Maíz y desarrollo en Patagonia», moderado por Héctor Huergo, responsable de Contenidos del Hub Rural del Grupo Clarín, en el que participaron Lucio Reinoso, secretario de Agricultura de Río Negro; Luis Bertoia, coordinador de la Comisión de Forrajes de Maizar; Martín Pasman, presidente de Valmont Argentina, y Rafael Aliaga, presidente de Agropecuaria El Carbón, de Carmen de Patagones.
“En la Argentina nos estamos quedando cortos de superficie para tanto potencial, y ese potencial está aquí presente, en una región que es más de un tercio del territorio nacional. Hay enormes limitaciones ambientales, pero gigantescos recursos, hoy explotados en una mínima expresión”. Así abrió Héctor Huergo el panel “Maíz y desarrollo en Patagonia”.
Luis Bertoia destacó que, aunque en el mapa de las regiones maiceras de las zonas agrícolas argentinas la Patagonia no aparece, allí hay un “potencial de rendimiento elevadísimo; por supuesto, bajo riego, pero estamos en condiciones de competir con otras regiones del país”, añadió.
Actualmente, precisó, hay allí 315.500 hectáreas bajo riego, según información reportada por productores y personal de organismos técnicos. “Siempre y cuando se realicen una serie de obras, podríamos llegar a un millón de hectáreas bajo riego sin disturbios ambientales, no necesariamente para maíz. En el resto del país, salvo que hubiera desmonte, no hay más potencial para este cultivo”, manifestó Bertoia.
Destacó como ventajas de la zona que la cantidad de energía lumínica que recibe el cultivo es mayor a la del resto del país; que tiene menor incidencia de plagas (“la chicharrita no incide en Río Colorado, por lo que estaríamos libres de este problema”, manifestó); tiene cobertura para los requerimientos hídricos y una demanda regional insatisfecha de granos.
“Productores y gobiernos tienen que trabajar en conjunto para aumentar la superficie bajo riego”, opinó. Y se desperdicia mucha agua. La interacción público-privada es fundamental para optimizar su uso”.
Entre las desventajas, Bertoia citó la variabilidad de los caudales disponibles, que son impredecibles porque dependen de las nevadas; los altos costos de producción y los problemas de flete. Todo lo cual permite presumir la necesidad de una inversión elevada.
A su turno, Lucio Reinoso, secretario de Agricultura de Río Negro, aseveró que se puede definir a esa provincia como “productiva”. Coincidió con Bertoia en que es preciso mejorar la eficiencia del uso de agua y tener más superficie bajo riego. Asimismo, destacó el panorama fitosanitario positivo: “Río Negro es una zona libre de mosca de los frutos y de aftosa sin vacunación”.
El funcionario aseguró que, cuando se consulta a los productores qué necesitan para su actividad, enumeran: acceso a mercados y productos, tecnología, equipos de riego, riego por goteo y entorno económico operativo y sostenible en el tiempo. Por su parte, Río Negro ofrece incentivos: no se cobran impuestos a los Ingresos Brutos a la actividad agropecuaria, Sellos, ni el agua.
Además, remarcó el carácter “majestuoso” del río . Indicó, por otro lado, que se invirtió en estaciones de transformación porque el río “genera mucha energía eléctrica, pero va a Buenos Aires”.
Respecto del apoyo crediticio, afirmó que la provincia suscribió convenios con el Consejo Federal de Inversiones (CFI), que ofrece “financiamiento verde” a pymes por diversos proyectos, como la incorporación de tecnología de riesgo. Además, informó que hay préstamos para reactivación productiva y para emprendimientos liderados por mujeres.
Para ilustrar el impacto en la producción que tendría una optimización de los recursos hídricos, Martín Pasman, presidente de Valmont Argentina, Si incluimos riego en 1 millón de hectáreas, podríamos producir alimentos para 40 millones de personas”. “¿Qué nos da el riego? Aumento de producción, seguridad de cosecha, cultivos de alto valor”, añadió. Y afirmó que se trata de “alargar la frontera agrícola transformando la tierra”. Para graficarlo, dijo que “pasaríamos de una vaca cada 20 hectáreas, a una producción mucho mayor de maíz u otros cultivos. La inversión se multiplicaría por dos. Ese es el poder de transformación de los campos”.
Rafael Aliaga, presidente de Agropecuaria El Carbón, de Carmen de Patagones, se presentó como “productor de la Pampa Húmeda que se fue a la Patagonia y arriesgó”. Formó la empresa junto con un socio corredor de cereales y otros productores. “Estamos sobre el río Negro, en Carmen de Patagones. Compramos en 2009 y empezamos el proyecto en 2011. Con Aapresid exploramos tecnologías y nuestros records de maíz y trigo fueron muy estimulantes”, narró. Contó que llevaron 20 kilómetros de tubería y 30 kilómetros de líneas eléctricas. “Y en 2022 nos negaron un crédito para desarrollo porque teníamos stock de soja”, contó, indignado.
Respecto de los condicionantes, mencionó “la presión tributaria a la inversión y a la producción; la ausencia de crédito a largo plazo y racional; la falta de maquinaria, y de una planta de acondicionamiento, que no hay en toda la zona”.
“La energía eléctrica es uno de los grandes costos”, lamentó. “Nosotros tenemos demanda variable y estacional, y estamos obligados a hacer una reserva de potencia”, completó.
La construcción de una estrategia colectiva para controlar el spiroplasma en el cultivo de maíz fue el foco de un panel del Congreso Maizar 2024 conformado por expertos de empresas semilleras: Sabina Mahuad, Plant Health Product Develop Cono Sur en Bayer Crop Science; Juan Astini, líder de Agronomía de Corteva Argentina; Nicolás Bertolotti, gerente de Desarrollo de Semillas de Syngenta; Fernando Guerra, gerente de Desarrollo de Producto de KWS, más Laura Carabaca, asesora del CREA San Patricio, moderado por Ricardo Bindi, presidente de Agrositio.
La tormenta perfecta que se dio entre clima, desconocimiento de la plaga en zonas templadas, falta de monitoreo, de tareas de prevención y de fitosanitarios apropiados fue lo que habilitó que el Dalbulus maidis, más conocido como chicharrita, avanzara masiva y cómodamente sobre las hectáreas maiceras, llevándose más de 13 millones de toneladas. Pero ninguna de esas condiciones favorecerán al insecto esta campaña, ni el clima ni todo lo que se ha aprendido en estos meses. Eso se desprende del panel del Congreso Maizar 2024 “Spiroplasma: Liberemos nuestro talento colectivo”, conformado por expertos de las empresas semilleras y el CREA, que compartió lo aprendido y generó recomendaciones de manejo de cara a la próxima campaña.
Sabina Mahuad, Plant Health Product Develop Cono Sur en Bayer Crop Science, mostró que el desplazamiento de la presión de la plaga en la actual campaña fue inédito, y que dejó muchas enseñanzas: “Vimos distintos síntomas, distintas respuestas a distintos híbridos, vimos condiciones distintas en cada zona, y eso nos lleva a pensar cómo tenemos que pensar el sistema productivo de acá en adelante”, señaló. “Habrá que volver a hacer agronomía. Si entendemos la dinámica de la plaga y su comportamiento, vamos a poder controlar el patosistema”.
Juan Astini, líder de Agronomía de Corteva Argentina, recordó que en diciembre de 2023 nadie hablaba de spiroplasma; en enero empezaron a surgir pequeños focos, y luego fueron creciendo, con la aparición de lotes de maíz con daño severo (como muestra el gráfico). “Hubo muchas hipótesis erradas. Apelamos a los brasileños, a gente de Argentina que estaba trabajando en el tema hace 30 años, para encontrar información histórica, pero no había pasado antes algo así. En esas primeras investigaciones no teníamos la superficie de maíz, ni la distribución, ni los sistemas productivos que tenemos hoy”.
Con todo el bagaje de información reunido, empezaron a aparecer las posibles causas: el clima, con un invierno más cálido; se venía de un verano con una campaña muy mala, donde se dejaron muchos lotes con maíz sin cosechar o con una recolección no del todo correcta, con mucha presencia de maíces guachos; se comenzó a hablar del ‘puente verde’, pero vieron que no en todos lados se podía eliminar. Así fueron entendiendo que no se podía transmitir una receta única, sino que había que hacer un abordaje regional, sostuvo Astini.
Fernando Guerra, gerente de Desarrollo de Producto de KWS, por su parte, puso el acento en las diferencias de la plaga respecto de lo que se conocía hasta ahora. Dijo que no sólo hubo un desplazamiento geográfico, y una diferencia respecto del lugar donde se inicia y hacia dónde se mueve la plaga, sino que también el uso que se da al maíz en las zonas más afectadas llevó el problema a una situación más grave, con más hospedantes susceptibles más tiempo, y en un enero donde seguía habiendo el maíz joven que tanto le gusta a la chicharrita. Entonces, el puente verde se extendió en todas direcciones, algo desconocido. “No estábamos preparados. Ahora ya no tenemos solo la experiencia de Brasil, sino la propia”.
Para poder entender y dimensionar cómo se expandió la plaga, Laura Carabaca, asesora del CREA San Patricio, describió cómo comenzó en el NOA. «El Dalbulus se presentaba más que nada al final del ciclo de cultivo del maíz, y lo veíamos mucho en cultivos de invierno (trigo, centeno, rabanito, colza, cultivos de servicio). En la campaña 2022/2023 empezamos a verlo en algunos casos aislados en zona sur, de maíces semilleros, y en zona norte. Como región CREA del NOA, firmamos un convenio de trabajo con la Estación Experimental Obispo Colombres, para hacer seguimiento poblacional y algunas pautas de manejo. Veíamos la plaga, la conocíamos y estábamos medianamente preparados, pero nunca nos imaginamos que iba a llegar a tal magnitud», admitió. Y remarcó que es muy importante no solo la población, sino su nivel de infectividad.
En el sur del NOA, la enfermedad comenzó a aparecer con importancia a partir de V2, con síntomas severos a partir de estado vegetativo; hubo lotes perdidos en prefloración y cultivos cosechados con productividades muy por debajo de los rendimientos de indiferencia. «Hoy es una zona muy complicada, los productores seguramente no quieren hacer maíz la próxima campaña. Pero el maíz en el NOA es muy importante para el sistema, aporta salud al suelo, cobertura; el maíz se rota con soja y con poroto y da estabilidad en el rendimiento, porque de algún modo funciona como un amortiguador de los baches hídricos durante el desarrollo de los cultivos de verano y de las altas temperaturas. Necesitamos el maíz en el sistema», enfatizó
Hacia el este de la región, contó la experta, “los maíces venían bárbaros. La población de chicharrita recién empezó a crecer a fines de febrero. En una semana, con altas temperaturas, los maíces más susceptibles quedaron en el piso. Los síntomas severos empezaron a crecer a partir de R3. Esperábamos 8.000 kg/ha y fue una desilusión. “Cuando las trampas empezaron a indicar una alta población ya habíamos superado V8 o V10, y no hicimos nada. Si los niveles poblacionales son altos, sí hay que hacer”.
Más allá de las consecuencias negativas, la asesora CREA admite que fue un año de muchísimo aprendizaje, “y lo más importante es que no tenemos sólo una herramienta para poder salir de esta situación. En nuestra zona, es muy importante hacer un vacío sanitario, además de eliminar las plantas guachas, porque estamos con un nivel de población muy alto. Necesitamos hacerlo para después comenzar a trabajar con otras herramientas y tener éxito».
Entre todo lo que confluyó en una especie de tormenta perfecta, Nicolás Bertolotti, gerente de Desarrollo de Semillas de Syngenta,se refirió a la genética. Hubo básicamente un portafolio de materiales templados, de mayor susceptibilidad a la enfermedad, fruto de una migración del mercado que buscaba aumentar la producción en el norte, y hacer cultivos más seguros, cosechar antes, evitar problemas de vuelco y de quebrado. “En la genética tropical hay niveles de tolerancia diferenciales y eso puede aportar a la solución”.
¿Cómo llegamos a esos niveles de daño? Parte de la explicación está en las condiciones ambientales, que es de lo que menos se ha hablado. “El clima en 2023 fue extremadamente anómalo, el año más caliente desde 1961, con 1 °C más que el promedio de la serie”, reveló Bertolotti. Así, “el invierno no jugó su papel en las zonas donde debería haber controlado la población, más allá de las otras prácticas”, señaló, mostrando un mapa de anomalía de temperatura (cuanto más azul, más frío respecto de lo normal; cuanto más rojo, más cálido que lo normal. “El invierno nos ha jugado una mala pasada, fue lo único que nos faltaba para generar las condiciones para la explosión del vector”, explicó.
Lo que vivimos en el invierno de 2023 estaba pronosticado por el Servicio Meteorológico Nacional, un invierno cálido con condiciones de humedad de transición a Niño. Con el diario del lunes es fácil decir ‘cómo no la vimos’”, reveló. “La buena noticia es que, de cara a la nueva campaña, el primer trimestre de invierno va a ser mucho más frío que el de 2023«. El frío que se espera en la provincia de Buenos Aires, en Entre Ríos, en el sur de Santa Fe, es un buen augurio para la zona núcleo maicera. “Debería contribuir a bajar la población, junto con el manejo integrado que proponemos. Diferente va a ser en el NOA, que seguiría estando más caliente que otras, y por eso las herramientas de mitigación van a tener que ser otras”, distinguió.
Mahuad asoció también las fechas de siembra con un circuito integrado y de migración del vector. “Al observar el mapa de 2023, si lo llevamos a las fechas de siembra, vemos que a medida que termina la cosecha en el norte del país, se empieza a sembrar en algunas regiones más al sur, sobre todo en las que se produce maíz para tambo o maíz dulce para consumo interno, lo que genera los puentes verdes”. A eso se le sumaron el año pasado las condiciones climáticas, explicó, no sólo de temperaturas excesivas, sino también de vientos del Norte, que favorecieron la migración de la chicharrita hacia el sur de la zona subtropical.
Para Mahuad, observando esas capas de información (la temperatura, la dinámica de la plaga y las enfermedades y las fechas de siembra), “vamos a entender cómo prevenir el patosistema», aseveró. “Terminó la cosecha del maíz tardío de la zona núcleo y volvió a sembrarse la zona del NOA, y esto llevó a esos niveles altísimos de presión, con el triple de chicharritas que solía haber. “Pensemos ese circuito, cómo vamos a trabajar esta campaña para evitar que se repita”, señaló.
Para la fitopatóloga, “hay que volver a hacer agronomía, volver a pensar qué principios activos, qué fechas de siembra, pensar en el vecino antes de tomar decisiones, para ir disminuyendo la población del vector y reducir el riesgo de la enfermedad”.
“Estamos con mucha más información y más tranquilidad, nos va a ayudar”; dijo Astini. “Tenemos que entender la problemática en cada zona para saber cuál es la batalla que tenemos que dar como comunidad los que estamos en la cadena del maíz”. En este sentido, dijo que en Brasil, la captura de chicharritas está muy por debajo del norte de Argentina: todos los actores hicieron lo que tenían que hacer: se controlaron los maíces guachos, se hicieron aplicaciones, y demás”.
“¿Qué tenemos que hacer desde ahora, que cosechamos el maíz, y planificar la próxima campaña?”, se preguntó Mahuad. Recordó que se está armando el monitoreo a nivel nacional desde las instituciones públicas y privadas para entender la dinámica del patosistema.
Por último, los especialistas presentaron las principales recomendaciones de buenas prácticas para el manejo del complejo, a las que arribaron por consenso a partir de todo lo aprendido.
En los lotes en barbecho, la recomendación es enfocarse en la eliminación de todo el maíz guacho (o triguero, o voluntario) para que el Dalbulus no se pueda alimentar. Y también mantenerlo libre de cualquier maleza. Monitorear y, en caso de encontrar presencia en maíz guacho, aplicar los productos que se aprobaron para su control, siempre contactando al agrónomo de referencia.
Para la siembra, se recomienda el uso de semilla certificada. Se está trabajando en el registro de insecticidas en el tratamiento de semillas, hubo aprobaciones, se están planificando estrategias de tratamiento doble en las semillas para asegurar el periodo de emergencia, explicó. Aunque es difícil, hay que tratar de reducir la ventana de siembra al máximo, hablarlo en los consorcios de productores para sembrar lo más cercano posible. “La chicharrita es inteligente, evolucionó con el maíz, cada etapa biológica (ninfa, adolescente, adulta) tiene un rol. La nutrición balanceada es clave a partir del análisis del suelo. Y los semilleros pudimos evaluar la debilidad o no de nuestros híbridos y ya tenemos información para brindar”.
Durante el cultivo, en estado vegetativo se debe monitorear la presencia del vector, trabajar con un umbral de control y, ante su presencia, rotar principios activos, para evitar la resistencia. Para los técnicos, resulta fundamental la calidad de la aplicación, además del uso adecuado de dosis.
Finalmente, en postcosecha, la sugerencia es aplicar herbicidas residuales, para evitar el maíz voluntario, y rotar los cultivos evitando siembras sucesivas de gramíneas.
Todo esto, recordando la regionalización: por caso, en Balcarce, el control del maíz guacho debería ser a la salida de la primavera; pero más al norte, donde la frecuencia de heladas deja de ser el control primario durante el invierno, debería haber más compromiso en el manejo de voluntarias, que es una de las grandes llaves para destrabar este problema, explicaron.
“La chicharrita nos está obligando a ponernos de acuerdo, generar información, trabajar en conjunto para mitigar los riesgos”, concordaron.
Astini insistió en que no hay un punto de las recomendaciones más importante que otro: la genética, los curasemillas, los insecticidas, la nutrición, el vacío sanitario, todos tienen un rol, pero ninguno es la solución solo. Y consideró que la información de la red de monitoreo va a ayudar a la regionalización, porque incluso en la región Centro (norte de Córdoba, centro de Santa Fe, algo de Entre Ríos) hay diferencia clara entre el Este (tamberos, maíces tempranos) y el Oeste, donde debería ser más fácil un vacío sanitario.
“La presión de la plaga fue superior a la de la safrinha, el daño fue en una zona mayor al Mal de Río IV. Tuvimos la peor campaña en cada una de las zonas. Esto solo puede mejorar”, dijo Guerra.
Para Bertolotti, en la zona núcleo, incluyendo sur y este de Córdoba, sur de Santa Fe, Entre Ríos. Buenos Aires y La Pampa, “vemos, por un lado, que estamos cosechando casi el mejor rendimiento de los últimos 5 años. En siembras tempranas, el impacto fue mínimo, más allá de algunos casos dispersos, pero la severidad fue muy baja comparada con la zona central.
“Para la próxima campaña, la temperatura va a ayudar a controlar al vector; los perfiles van a llegar llenos. En esta zona, la siembra temprana parece la mejor opción, no con riesgo 0, pero con una mitigación que va a permitir apuntar a maíces de alta productividad con riesgos atenuados. Además, la red de monitoreo va a incluir puntos de muestreo allí, no va a ser tirarse a la pileta. Por ahí en esa zona, que es la zona de pánico, hay muchísima preocupación, pero el impacto ha sido realmente bajo. Entonces sería un error cambiar la estrategia de producción, deberían seguir sembrándose maíces de alto potencial en general, el riesgo debería estar mitigado.
Guerra valoró que “en muy poco tiempo se reunió mucha información: Saliendo de lo emocional, se puede ver mejor”. Por último, Mahuad recordó que “Brasil supo convivir con esto, aprendió, Nosotros tomamos muchas cosas muy rápidamente, ya sabemos, vamos a trabajar con previsión”.